Fernando Fischmann

¿Qué es mejor para las pymes? Eficiencia operativa o estrategia

26 Julio, 2018 / Artículos

Las pequeñas y medianas empresas (Pymes) son sumamente importantes para las economías de los países, sobre todo en México ya que aportan 52 % al Producto Interno Bruto (PIB) y concentran 72 % de la fuerza laboral, principalmente, en las actividades de servicios (47 %), comercio (26 %) y manufactura (18 %), según Banxico.

Para fortalecer a este tipo de empresas se promulgó en 2002 la Ley para el Desarrollo de la Competitividad de las Pymes, la cual define la competitividad como la capacidad para mantener y fortalecer la rentabilidad y la participación en los mercados, donde la competitividad depende de comprender el entorno para generar ventajas competitivas e implementar estrategias basadas en recursos y capacidades que distinguen a la organización.

En este sentido, Laura Esther Zapata Cantú, directora del MBA de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey, considera que lo cierto es que fortalecer la rentabilidad y la participación en los mercados mediante una estrategia de eficiencia operativa ya no es suficiente. La eficiencia operativa es el deber ser de cualquier organización con fines de lucro, pero no debería ser una estrategia central. Desafortunadamente, todavía hay muchas empresas que siguen esta estrategia que pone en peligro su permanencia en el largo plazo.

Destaca que dos de cada tres empresas mexicanas mueren antes de cumplir su primer lustro de vida, lo cual está fuertemente correlacionado con el tamaño de la empresa.

Cuanto más pequeño es el negocio, mayor probabilidad de que fracase en los primeros años de vida: cuatro de cada diez microempresas mueren durante el primer año.

“En entornos dinámicos, una ventaja competitiva requiere más que recursos que son difíciles de emular. Para competir de forma efectiva, las organizaciones deben enfocarse en el desarrollo único de sus capacidades dinámicas, dificultando su imitación por parte de sus competidores. Una capacidad dinámica no se crea simplemente reuniendo un conjunto de recursos distintivos; su creación requiere complejos patrones de coordinación entre personas y otros recursos”, señala.

Para impulsar su competitividad, indica, las Pymes deben enfocarse en los siguientes aspectos:

Incorporar nuevas estrategias que les permitan no solo mantenerse en el mercado, sino crecer y sobrevivir en el largo plazo. Deben buscar diferenciarse continuamente creando ventajas competitivas a través de capacidades dinámicas de adaptación con un fuerte énfasis en estrategias de innovación. Esto solo es posible mediante un riguroso, y a la vez flexible y dinámico, proceso de planeación estratégica.

Usar herramientas de asesoría especializada, no solo en procesos y actividades claves de la gestión administrativa, sino también en temas que generan valor y que, en el largo plazo, asegurarán su permanencia en el mercado, como la identificación de sus recursos y capacidades distintivos, su transformación y renovación, así como su efectiva incorporación en las estrategias del negocio.

“En la actualidad, la competitividad va más allá de mejorar la rentabilidad, implica dinamismo para anticiparse o enfrentar oportunamente los constantes cambios del entorno, la búsqueda incesante de su supervivencia”.

Competitividad en América Latina

En América Latina, 99 % de las empresas son Pymes, y generan 83 % de los empleos de la región; sin embargo, solo contribuyen 30 % del PIB, y solo llegan a alcanzar 3.6% de la productividad de las grandes empresas. En la región ha faltado visión para implementar políticas de largo plazo que logren mejorar el ambiente competitivo, como refleja la evolución de las economías en relación a la competitividad.

Recientemente, el Foro Económico Mundial (WEF) publicó el Índice de Competitividad Global para 137 países. A través del análisis de diferentes variables, examina de manera relativa la capacidad competitiva de cada país y, por ende, el ambiente que enfrentan las empresas, como observamos en la gráfica. Entre más alejados del eje, mejor calificación.

Chile es el país mejor posicionado de la región y ocupa el lugar 33 en el índice general; sin embargo, ha perdido siete posiciones desde 2007.

Por su parte, México ocupa el lugar 51; si bien las reformas emprendidas desde 2014 le han hecho avanzar 10 posiciones, continúa muy débil en instituciones, factor considerado requerimiento básico para la competitividad.

La posición relativa a otros países no ha mejorado significativamente en la última década.

“Esto ha limitado la capacidad de crecimiento y permanencia de las Pymes en la región. Un compromiso de largo plazo para incentivar la competitividad sería un aliciente para atraer inversión y para la generación y crecimiento de nuevas empresas”, indica la especialista.

En particular, la educación, capacitación y desarrollo de habilidades para la innovación y la mejora de las prácticas productivas, gerenciales y administrativas es una tarea que debe ser impulsada desde los centros educativos en coordinación con las empresas mediante un gran esfuerzo integral.

El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.

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