Fernando Fischmann

Ciencia y alianzas, las llaves que nos brindarán el agua del futuro

9 Septiembre, 2021 / Artículos

Los científicos estiman que los humanos dispondrán de menos agua en el futuro por el cambio climático y el aumento de la demanda. Las innovaciones que desarrollan las empresas pueden ser una respuesta al desafío, siempre y cuando se establezcan alianzas y se invierta en investigación.

El agua ocupa todos los elementos de nuestro sistema climático y está presente en el 70% de nuestra superficie planetaria. No hay nada a nuestro alrededor donde el agua no esté presente o haya participado en su creación. De hecho, y al igual que el planeta, nosotros estamos compuestos por un 70% de agua. Sin embargo, durante los últimos años no ha parado de repetirse una frase: “el agua es nuestro bien más preciado y escaso”.

Pero ¿Cómo va a ser escaso uno de los recursos más abundantes del planeta? La respuesta es sencilla: no toda el agua puede ser aprovechada directamente por el ser humano ya que un 2,5% del agua es dulce y solo un 0,007% está disponible para su consumo.

Aunque pequeño, ese porcentaje ha sido suficiente para satisfacer la demanda de las personas y del resto de seres vivos que necesitan agua dulce para sobrevivir. Sin embargo, durante los últimos años nos hemos estado adentrando a un nuevo escenario más hostil para el líquido elemento y la propia vida, marcado por el cambio climático y el crecimiento demográfico.

En cuanto al primer factor, las conclusiones del Primer Grupo de Trabajo del del Sexto informe de Evaluación del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) no dejan lugar a dudas de que el rendimiento del agua va a ser menos eficiente en el futuro.

Factores como el aumento de la evapotranspiración propiciarán una estancia del agua más que efímera en unos suelos que, de este modo, estarán destinados a la desertificación. Las reservas de hielo posado, bastiones de agua dulce, desaparecerán también a finales de este siglo y alimentará un estrés hídrico que en la actualidad afecta a una cuarta parte de la población mundial.

Y esto es tan solo la punta de iceberg. Hay que tener en cuenta que otras consecuencias del cambio climático prometen mermar las reservas de agua dulce en el planeta, que se unirán a una mayor demanda del recurso, que al mismo tiempo no ha parado de incrementarse desde los años 80.

Según los informes de la Organización de las Naciones Unidas, desde esa década la humanidad ha aumentado la demanda hídrica en un 1% anual impulsado por una combinación de aumento de la población, desarrollo socioeconómico y cambio en los modelos de consumo. Asimismo, afirma que esa tasa de crecimiento se conservará para el 2050 lo que representa un incremento entre 20% y el 30% por encima del nivel actual de uso del líquido.

La tragedia se escribe sola: la ONU cree que unas 570 ciudades alrededor de todo el mundo verán disminuida su disponibilidad de agua dulce en al menos un 10% debido solo a estos factores. Algunas como Ciudad del Cabo o Melbourne pueden llegar al 40%, mientras que Santiago de Chile puede incluso superar la barrera del 50%.

De hecho, si seguimos con el actual ritmo de consumo, podremos llegar a enfrentar un déficit mundial del 40% para 2030. Sin duda, un futuro poco halagüeño que requerirá de todo el ingenio humano para poder ser afrontado con éxito. Por suerte, nuestro intelecto ya se ha puesto manos a la obra

Ciencia y colaboración al servicio del agua

Las innovaciones científicas y tecnológicas han sido las responsables del desarrollo de nuestra civilización, al tiempo que han ofrecido soluciones a muchos de los desafíos presentes y futuros de las personas. Con el agua no existe ninguna excepción.

De hecho, son muchos los expertos que advierten que para asegurar la disponibilidad del agua en el futuro y a adaptarnos a los nuevos marcos normativos alrededor de ella será necesario que se realicen fuertes inversiones en tecnología del agua.

La otra parte de este rompecabezas la volvió a recordar el G20 en su reunión en Nápoles, en la que hicieron un llamamiento a la gestión sostenible del agua y reafirmaron su compromiso con el logro del sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS). Y es que la innovación se queda coja si no se promueven enfoques intersectoriales e integrados con los que se puedan estimular la cooperación y la colaboración entre agentes interesados.

La sociedad civil, y en mayor medida las empresas, ya no se pueden quedar fuera de este nuevo paradigma en el que la colaboración público-privada se debe convertir en una norma. La NASA ofreció un ejemplo perfecto cuando se percató de que el éxito de la nueva carrera espacial estaba supeditado a las alianzas con aquellas empresas poseedoras de la tecnología más vanguardista. El planteamiento de la carrera por la seguridad hídrica no es distinto.

La tecnología será necesaria para resolver los desafíos hídricos del futuro

En el presente, gracias a ese tipo de alianzas se ha podido llevar el líquido elemento a regiones que presentaban serias deficiencias hídricas, como Ruanda, donde un novedoso enfoque de alianza público-privada proporcionó a la ciudad de Kigali una Estación de Tratamiento de Agua Potable capaz de producir los 40 millones de litros de agua potable por día que necesitaban sus habitantes y que el gobierno por sí solo no había sido capaz de afrontar en años.

Para la región de Asia y el Pacífico, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señaló en un informe que sería necesarias políticas públicas sólidas y un incremento en la cooperación con la sociedad civil, las empresas y la gama más amplia de partes interesadas para hacer frente a los desafíos actuales y futuros del agua.

Volviendo al tema de la innovación, del mismo modo que la tecnología de SpaceX pudo reducir el precio de “billetes al espacio” en más de 40 millones por persona, las empresas del agua pueden ofrecer soluciones innovadoras para conseguir el agua que necesitan los habitantes de los países en el futuro. Una de las más habladas es la reutilización del recurso hídrico.

España, en este sentido, es el líder europeo en reutilización del agua. Según los datos de la Asociación Española De Abastecimientos De Agua Y Saneamiento (AEAS), nuestro país reutiliza más de 400 hectómetros cúbicos de agua al año, lo que supone aproximadamente el 7% del agua residual tratada.

No obstante, esos datos ofrecen muchos márgenes de mejora que, además, pueden brindar beneficios para otros sectores en el caso de que la tecnología convierta las actuales depuradoras de agua en su siguiente eslabón evolutivo. las biofactorias.

En ellas no solo se podrá llevar la circularidad del agua al máximo convirtiendo el agua que desechamos en nuestro día a día en un agua limpia que pueda volver a reutilizarse, sino que en ese mismo proceso son capaces de producir biocombustibles y minerales, como la estruvita, que pueden ser la clave para resolver el actual problema con los fosfatos.

Las empresas también han desarrollado otras infraestructuras que parecen sacadas de la ciencia ficción, pero que son una realidad en países extremadamente secos. En los Emiratos Árabes, la empresa estadounidense de tecnologías del agua, AQUOVUM, en asociación con Masdar y la Universidad de Ciencia y Tecnología de Khalifa idearon un sistema para recolectar el agua de la atmosfera para generar lluvias sobre sus poblaciones con ayuda de energías totalmente renovables.

Otras, como en el proyecto REGROUND, han desarrollado nanogeotecnología de bajo coste para la inmovilización de contaminantes tóxicos en los depósitos subterráneos del líquido elemento, y así una larga lista de innovaciones. Todo vale en la lucha por conseguir nuestra supervivencia. Una victoria que solo se podrá alcanzar si remamos todos en la misma dirección.

El Ágora

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