Fernando Fischmann

La ‘app’ que geolocaliza la basura para saber dónde y cómo se genera

5 Septiembre, 2019 / Artículos

Todo comenzó en un bosque de Oakland, en Estados Unidos. Durante un paseo, la hija de cuatro años de Jeff Kirsch­ner señaló un tubo de plástico tirado en el camino. “Eso no debería estar ahí”, sentenció. El apunte podría haber sido anecdótico si no fuera porque acabó convirtiéndose en el impulso de Litterati, una comunidad virtual mundial que mapea basura y limpia el planeta. Papel a papel, lata a lata, ya han recogido más de dos millones y medio de desperdicios desde su creación en 2012.

Kirschner, de 46 años y cuyo espíritu emprendedor y proyecto han sido abanderados por la marca ­Dockers, sabe que el problema sobre el que intenta concienciar es todo menos sexy. Precisamente, su mérito al frente de la start-up consiste en haber convertido una tarea ingrata en una actividad lúdica y colectiva a partir de sus recuerdos del campamento de verano al que acudía cuando era niño. Entonces, antes de la visita de los padres, a cada uno le ordenaban recoger cinco piezas de basura. Una mecánica muy similar a la de la aplicación que ha desarrollado —disponible para iOS y Android—, en la que los miembros de la comunidad fotografían los desperdicios que recogen por la calle y los etiquetan en función del tipo o de la marca. Quien más limpia, más posiciones escala en la clasificación global. El resultado es un gran retrato de la suciedad que campa por “todas partes”, incide el creador. “Puede haber un camino mejor y los datos nos ayudan a comprender cómo crear ese camino”, asegura, con una seguridad inquebrantable en la iniciativa durante toda la conversación.

La recogida de información constituye algo más que una mera funcionalidad en Litterati. Pretende ser el motor del cambio. Kirschner cuenta lo ocurrido en Oakland, su ciudad natal. Tras retirar 50.000 piezas de basura de una zona de la localidad, observaron que la mayoría eran sobres de salsa de una tienda de tacos mexicanos, algunos de ellos sin abrir.

La solución fue simple y rápida: sustituir los paquetes individuales por dispensadores en el establecimiento. Lo mismo pasó en San Francisco, donde, gracias a las cifras recogidas durante cuatro días sobre cigarros desechados en el suelo, se impuso un impuesto del 20% a la venta de tabaco que generó ingresos anuales de más de cuatro millones de dólares.

“Los datos obtenidos empoderan a las comunidades para lograr un impacto en aquello que es realmente importante para ellos”, recalca el CEO. ¿Y qué ocurre con la responsabilidad individual de la gente en esos desechos? “No quiero regañarles, eso es agotador”, aclara. “El objetivo es que las personas a las que sí les importa, nunca se sientan solas en esa tarea”. El californiano se muestra absolutamente convencido del poder y la necesidad del trabajo en equipo para poder lograr su cometido.

Los tentáculos de la red que ha creado han alcanzado lugares como Groenlandia, la isla de Guam y la Polinesia Francesa, aunque Holanda, Estados Unidos y el Reino Unido constituyen hoy día los países más activos.

En un mundo en el que solo en 2016 se generaron 2.010 millones de residuos, según el Banco Mundial, este exguionista de cine tiene claro que está lejos de alcanzar su objetivo, pero cada cigarro y papel menos en el suelo actúan como gasolina para su empeño.

“Mi objetivo final consiste en limpiar todo el mundo y empoderar a otros. No puedes llevar a cabo ese propósito solo, tienes que crear una comunidad. Ese es el valor de Litterati”.

El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.

El País

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