Fernando Fischmann

La academia y la innovación, estrategias para el desarrollo

7 Noviembre, 2016 / Artículos

¿Qué es innovación? Tiene que ver con la aplicación de ideas y conocimientos a  situaciones o productos nuevos, teniendo su origen en el trabajo científico y sofisticado que lleva a cabo la  academia. En definitiva, las universidades son las productoras de ideas y conocimientos que luego  son tomados y aplicados por las empresas a la hora de generar bienes o servicios con altas dosis de conocimiento científico.

Esta forma de actuar en los países desarrollados está bien definida e implementada; en cambio, en nuestros países es algo que está en proceso de encontrar una respuesta efectiva al cómo lograrlo. Aún las empresas deben tomar este conocimiento y aplicarlo. Sin embargo, en este ejercicio también aparece el Estado, que a través del gobierno central y los gobiernos seccionales define políticas públicas e implementa programas y proyectos dirigidos  a incentivar procesos efectivos de creatividad e innovación, en donde las universidades y las empresas juegan un rol fundamental. Es decir la triple hélice -empresa, Estado y universidades- es clave a la hora de crear, en el país, una cultura de innovación permanente.

La intención del gobierno actual, en este sentido, ha sido buena, pero para llegar a que esto se plasme en algo real todavía hay un camino largo por recorrer y quizá es lo que se está esperando alcanzar con la Ciudad del Conocimiento Yachay. Precisamente ese proyecto fue planteado como un espacio para estimular la creatividad y la innovación, un conocimiento que sale de las universidades y que luego lo aplican las empresas. Pero es un proyecto que está en proceso y para que eso funcione no solo se requiere de la existencia de la universidad y los investigadores, sino que se necesita, también, una buena relación con las empresas.

En el resto de actores, la palabra innovación ha tendido, en varios de los casos, a quedarse solamente en el discurso, siempre se está hablando de que la innovación es importante, pero todavía faltan hechos tangibles y eso se ve reflejado en el último reporte del Índice Global de Competitividad (2016-2017), en el cual Ecuador ocupa el puesto 91 del ranking de competitividad mundial, de los 138 países analizados. Ha empeorado su situación, ya que en 2015 estaba en el puesto 76. Obteniendo el país una de sus más bajas calificaciones en lo que se conoce como innovación y los factores de sofisticación: 3,34 puntos, que divido para 7 (que es el puntaje máximo) el país no alcanza ni al 50% de la calificación. Entonces, en esto hay un trabajo grande por hacer. Y pensando en el nuevo gobierno, sin importar el partido político al que represente, eso debería ser atendido de manera prioritaria.

¿Cómo acercarse a la innovación?

Un factor importante que se debe reconocer es el de la investigación como punto de partida de la innovación. El gobierno, en los últimos años, ha promovido -en estudiantes y docentes- el estudio de maestrías y doctorados fuera del país, muchos de ellos ya concluyeron esta etapa y empiezan a retornar al país, precisamente hay que generar algún tipo de programa y proyectos que garanticen una inserción laboral digna y productiva de los becados; logrando, así, que este  talento humano de primer nivel se enrole  en las universidades y/o en las empresas como soporte de la generación de aquellos nuevos conocimientos que ayudarán a solucionar los problemas de la sociedad y/o a satisfacer las necesidades de las personas a través de la generación de bienes o servicios más sofisticados.

Pero también hay que trabajar desde el lado de la concienciación empresarial porque todavía -no todos, pero una parte de empresarios- le sigue viendo a la academia como muy teórica. En cambio en los países desarrollados los empresarios tienen claro que las grandes innovaciones se producen gracias a la buena relación que tienen con los centros de investigación de las universidades. Es decir, las universidades generan conocimiento que luego es tomado por las empresas  para convertirlo en bienes y servicios diferentes y con mayor valor agregado; permitiéndoles, de esa forma, competir tanto en el mercado nacional, como en el internacional.

Otro punto importante tiene que ver con el financiamiento. Ahí interviene la empresa privada y el Estado. En los países desarrollados cerca del 65% de los recursos que financian la investigación y desarrollo proviene del sector privado. En Ecuador, según el último Censo Nacional Económico del 2010, alrededor del 99% empresas (grandes, medianas, pequeñas y microempresas) del país señalan no canalizar recursos para investigación y desarrollo.

Por el lado de las universidades, estas tienen que ser más abiertas a la hora de vincularse con el sector productivo, para ello existen tres formas directas vinculación:

  1. La docencia. A través de los programas de grado y posgrado se deben promover procesos de aprendizaje en donde los estudiantes junto con los profesores busquen ese acercamiento con el sector empresarial, de tal forma que los conocimientos adquiridos luego sean aplicados en la industria, a través de prácticas de los estudiantes y/o la contratación de los graduados; ya que la innovación, debe quedar claro, es un factor fundamental para mejorar la competitividad empresarial.
  2. La investigación. Que sea canalizada para solucionar problemas y/o crear bienes o servicios que ayuden a mejorar las condiciones de vida de la población. Esto va articulado con la industria que tiene que abrir las puertas, poner recursos, entregar información y confiar en el conocimiento que va a recibir como soporte del mejoramiento de su competitividad.
  3. La vinculación con la comunidad. La idea es que las universidades abran las puertas y que el conocimiento no se quede entre los docentes y los estudiantes. La academia debe conversar con la sociedad para saber sus requerimientos y trabajar en las posibles respuestas. Un caso interesante es el que ocurre con las manzanas chilenas y eso lo explicó la presidenta Michelle Bachelet cuando terminó su primer mandato gubernamental, en el 2010, decía que las manzanas chilenas duran mucho más tiempo y gracias a eso pueden ser vendidas en cualquier rincón del mundo. Ese alargamiento en el tiempo de duración de ese producto se dio gracias a un conocimiento generado en una universidad chilena que fue tomado por el sector productivo. Esta práctica, en definitiva, permite que las manzanas de Chile se puedan vender en cualquier lugar del mundo. Lo mismo se podría aplicar en Ecuador, siempre y cuando la universidad pueda aportar con sus investigaciones y de esa manera las empresas -por ejemplo las agroexportadoras- se beneficien y puedan vender sus productos a cualquier lugar del mundo.

El sistema educativo y el cambio de paradigma

La innovación, como se ha venido explicando, tiene su origen en la investigación, siendo el principal actor de ello  el sistema educativo y dentro de ese sistema educativo, las universidades son las que culminan el proceso de donde salen los grandes avances científicos; pero la investigación -como cultura investigadora- hay que trabajarla desde tempranas edades -desde la formación inicial de los estudiantes-.

En esas épocas se debe pasar de modelos educativos memorísticos a modelos educativos basados en el pensamiento crítico y propositivo. Esto tiene que ver con plantearse, permanentemente, cuestionamientos y soluciones al mismo tiempo. En ese sentido, como lo resaltó el Premio Nobel de Química Dan Shechtman -en su visita al Ecuador-,  es importante que los niños y adolescentes, por ejemplo, sepan que el agua no se mezcla con el aceite, pero más importante es saber las razones sobre el porqué no se produce esa mezcla. De ahí, la importancia que la persona se vuelva más reflexiva, no solamente que repita lo que se ha dicho sin hacer un cuestionamiento. Lo importante es generar una cultura de investigación desde tempranas edades, de tal forma que, cuando sean adultos, generen conocimiento y ese sea aplicado, por ejemplo, por las empresas a la hora de generar nuevos productos.

Ecuador trabaja en el cambio de la matriz productiva, esa propuesta debe mantenerse -independientemente de quien obtenga el sillón presidencial en febrero próximo- porque es un fin noble y que todos esperan se cumpla. Ahí lo que se deberá buscar es el ¿cómo hacerlo? y uno de los pilares en los que hay que trabajar con fuerza es en la capacidad de investigación e innovación a nivel de las empresas, para, así, mejorar la competitividad; el momento que se mejore la competitividad sus productos entrarán con mayor facilidad en el exterior; práctica que, inmediatamente, ayudará no solo a la compañía sino al país en general y más ahora que el Ecuador está a las puertas de firmar un acuerdo comercial con la Unión Europea, en donde hay oportunidades, pero muchas de esas oportunidades, para ser aprovechadas de forma efectiva, necesitan incorporar conocimiento científico a los procesos de producción; apareciendo, de esta forma, el rol importante que  cumple la academia dentro de los procesos de innovación empresarial.

El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.

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