Fernando Fischmann

Innovación y Colaboración

30 Marzo, 2016 / Artículos
fernando fischmann

Durante los últimos 15 años el parque automotor de Chile creció en un 700%, pasando de 1.3 a 7.3 millones de automóviles, según los últimos datos del Registro Civil. No es de extrañar, entonces, que para gran parte de quienes viven en las ciudades más pobladas del país los problemas generados por la cantidad de autos en las calles sean muy sensibles. Afortunadamente la tecnología, y su uso generalizado, pueden colaborar en mitigar la congestión vehicular. En este contexto surgen las llamadas Empresas de Redes de Transporte (ERT), que mediante una aplicación para teléfonos inteligentes permite a un particular (socio-conductor) entrar en contacto con un usuario que busca un servicio de traslado. Se brindan diferentes tipos de servicios, de acuerdo a las necesidades y presupuestos de los consumidores, garantizando viajes seguros, confiables y con altos estándares de control y calidad.

Las ERT han demostrado ser un actor que desincentiva el uso del automóvil particular. Sin ir muy lejos, el pasado Super Lunes, Uber Chile ofreció viajes gratis a los santiaguinos por fuera de las horas punta para, por un lado, desincentivar el uso del auto particular, y por el otro colaborar a que la gente se traslade en horas menos colapsadas. Más de 1.800 personas eligieron esta alternativa en sólo 4 horas, una muestra del impacto y la colaboración que estas aplicaciones pueden aportar a la planificación urbana. Otro ejemplo, es el reciente estudio independiente de la American Public Transportation Association (ATPA) que destaca cómo a medida que la gente usa más servicios de ridesharing, es más propensa a complementarlo con el uso de transporte público. Las ERT también han probado ser un aporte y complemento a medidas que tienen por objetivo disminuir la conducción bajo los efectos del alcohol. Durante 2014, 4.576 accidentes implicaron a personas en estado de ebriedad según Carabineros. Cifras preocupantes considerando la entrada en vigencia de la Ley Emilia. Hoy, plataformas como Uber demuestran que a más opciones de traslado, los chilenos eligen dejar el auto en su casa ayudando en la reducción de estas preocupantes estadísticas.

Todas estas opciones deben aportar a crear conciencia sobre los desafíos que su aparición genera en el país, a través de la validación de su uso de todos los actores de la sociedad. Es un fenómeno recurrente en la historia que la innovación se anticipe a la regulación de un bien o un servicio. ¿Cuál es una propuesta viable? Aunar objetivos con las autoridades, en sus esfuerzos por descongestionar las vías públicas en toda la Región Metropolitana (de La Florida a Ñuñoa de Santiago Centro a  Las Condes y Lo Barnechea) y más adelante en el país. La complementación de iniciativas de transporte público, con los servicios de aplicaciones como Uber, presentan un beneficio claro para usuarios de todas clases sociales en términos de traslado multimodal, descongestión vehicular y reducción de siniestros relacionados al abuso de alcohol. Ante la exposición de estos efectos positivos de estas tecnologías, nos resta preguntarnos por qué demora la configuración de un marco regulatorio eficiente de cooperación multimodal entre iniciativas de transporte públicas y privadas. Como siempre, estamos a disposición de las autoridades para hacer de Chile un país pionero en regulaciones del siglo 21.

El científico e innovador Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.

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