Fernando Fischmann

Crea líderes de innovación en tu empresa

5 Mayo, 2015 / Artículos
fernando fischmann

¿Cómo es un líder innovador?

Toda organización necesita que su líder sea innovador, por lo que identificar su potencial le servirá para gestionar adecuadamente el talento con el que dispone y así alcanzar un resultado de innovación óptimo.

El líder innovador sabe reconocer las capacidades y limitaciones de cada uno de los miembros de su equipo.

No es quien tiene las respuestas, sino quien hace las preguntas; mantiene una actitud crítica, siempre orientada a los resultados y a la mejora, desde las ideas a la ejecución.

No deja espacios para la complacencia y anima en todo momento al equipo en función del logro puntual que se presenta en cada paso.

Además de ser inspirador, hace que las personas alineen sus  capacidades hacia el  objetivo  deseado; también debe saber llevar un proceso que, en la medida de lo posible, se ajuste a los tiempos que marcan tanto la organización como el mercado.

Las características que se consideran indispensables en un líder de innovación son:

  1. Confianza en la capacidad del equipo, así como en los resultados del trabajo enfocado.

  1. Manejo de la ambigüedad. El líder debe sentirse cómodo trabajando con un equipo heterogéneo que promueva la diversidad de opiniones.

  1. Tolerancia a la frustración. En innovación, para tener éxito, se deben experimentar muchos fracasos; recuperarse del fracaso o el rechazo es una condición para el éxito de una innovación.

  1. Orientación a resultados, no al cumplimiento de tareas. Enfocar la libertad de pensamiento en favor de la materialización de las ideas para la innovación.

  1. Automotivación y capacidad de motivar. La búsqueda de los logros puntuales mantendrá siempre enfocado el sentido del trabajo.

  1. Conocimiento integral de la actividad nuclear de la organización. El líder debe entender la misión, la visión, los valores y los atributos de la organización; debe conocer el mercado, estar a la vanguardia, asistir a convenciones, estar atento a la información nacional e internacional. Así podrá identificar oportunidades y mejores prácticas que aprender o implementar.

Diversos autores han propuesto algunas líneas generales para crear condiciones que permitan motivar a un líder y retenerlo. Esta motivación se alimenta de tres elementos:

Autonomía: la necesidad de dirigir nuestras propias vidas.

Mastery: el deseo de ser los mejores cada día en algo que importa.

Propósito: la búsqueda por contribuir con algo más grande que nosotros.

Es tarea de los tomadores de decisión hacer saber al líder que en sus manos están los resultados del proceso de innovación (autonomía).

También son responsables de hacerle saber que la innovación realizada con su equipo implica una mejoría con respecto al producto anterior, con lo cual se impone una nueva meta a la competencia (mastery), y que con ello, está contribuyendo a generar una práctica organizacional en favor de la innovación, la cual trascenderá las estructuras de la empresa (propósito).

Si queremos asegurar que las prácticas en nuestra organización sean adecuadas a lo que queremos -por ejemplo, propiciar una cultura de innovación-, debemos fijarnos en los símbolos externos que existen en nuestra empresa, gobierno, institución educativa o cualquier organización, para asegurar que reflejan lo que buscamos ser.

Expertos en innovación, coinciden en la importancia de prestar atención a seis valores o criterios de actuación relacionados con la innovación:

La escucha y la observación permanente de las necesidades de los clientes (internos o externos) como guía de todas las actividades que realizamos. La tolerancia a la incertidumbre y la aceptación del riesgo; por lo tanto, el enfoque de aprendizaje a partir del error en lugar de la sensación de fracaso y derrota. La generación de espacios de “ocio” u “holgura” incluso dentro de dinámicas de día a día con agendas exageradamente apretadas; por lo tanto, el respeto al espacio mental requerido más allá de la operación diaria. La búsqueda de la participación efectiva y abierta en estructuras ‘horizontales’ con menos jerarquía y más facilidad de acceso, fomentando la colaboración para la crítica y la sugerencia; por lo tanto, la apertura mental a las ideas valiosas que pueden tener origen en cualquier lado. La implementación de una relación de puertas abiertas en los ámbitos directivos en consonancia con la idea de participación y de horizontalidad; así también la tolerancia a la crítica, la aceptación de que todo lo que se hace hoy puede ser mejor si se realiza de una manera diferente. La flexibilidad de las decisiones, las políticas, las estructuras y en general las prácticas organizacionales; es decir, la capacidad de adaptación y rectificación, que son esenciales en un proceso más amplio de aprendizaje organizacional y, por lo tanto, de innovación.

 

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