Fernando Fischmann

Buenos Aires, ¿el nuevo polo techie de Latinoamérica?

25 Abril, 2017 / Artículos

Tras escuchar en la radio sobre un taller de creatividad, su madre lo inscribió para que desarrollara sus habilidades. Y vaya que lo hizo. A los 13 años, recibió el premio al Mejor Joven Inventor, otorgado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI).

Con 21 años, en 2016 desarrolló una plataforma para impresión 3D de prótesis de manos, para personas que perdieron alguna de estas extremidades. Se llama Limbs y está diseñada para que cualquiera pueda solicitar el envío de una pieza personalizada o bien el archivo con el diseño e imprimirla donde desee, todo de forma gratuita.

Sus diseños llegan a Chile, México, Brasil, España, Costa Rica e, incluso, a sitios más lejanos, como Egipto y Tailandia. Cuando todavía era presidente de Estados Unidos, Barack Obama felicitó a Tubaro en un evento de jóvenes emprendedores.

Con un casco y un pañuelo que cubre su rostro, Tubaro suele circular en su longboard (un tipo de patineta) motorizada por los 158 km de la bicisenda (ciclovía) de Buenos Aires. Su imagen hace pensar en escenas de la película Volver al futuro, pero también en el momento que vive Buenos Aires desde hace 15 años, cuando las industrias creativas comenzaron a despuntar en distintas zonas.

Hoy, esta ciudad porteña cuenta con algunas de las llamadas “empresas unicornio” más conocidas de América Latina. En sus calles surgen, año con año, emprendedores e inventores de los rubros audiovisual, gastronomía, artes escénicas, industrias culturales, diseño de modas, videojuegos, software, ciencia…

El gobierno impulsa el desarrollo de distritos creativos, pero lo que no ha logrado aún es que esas políticas alcancen rentabilidad económica.

Para esta metrópoli, las industrias creativas son el 9.5% del Producto Bruto Geográfico (PBG, el equivalente al PIB de las provincias), unos 927 millones de dólares (mdd), según el último Observatorio de industrias creativas de Buenos Aires, publicado en 2014.

La tasa de emprendedores nacientes, en 2015, fue de 11.65% de la población económicamente activa de entre 18 y 64 años, indica el estudio del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), hecho por el Instituto de Altos Estudios Empresariales (IAE) de la Universidad Austral.

“2015 fue un año clave para la actividad emprendedora en Argentina, con un incremento significativo en casi todos los indicadores […] a pesar de la crisis que enfrentaba el país”, indica, en ese informe, Silvia de Torres Carbonell, directora del Centro de Entrepreneurship del IAE y directora del GEM en Argentina.

Algunos proyectos que han destacado en la última década son: Satellogic (lanzamiento de satélites), Paez Alpargatas (fabricante de calzado basado en la clásica alpargata argentina, pero con un estilo propio), Plato Lleno (reparto de comida sobrante de eventos para personas sin recursos), Artentino (diseño de objetos decorativos para hogar y oficina con motivos argentinos), Nómade Food Truck (carritos de comida callejera), Smartdrinks (bebidas en cápsulas) y escuelas de espectadores de teatro y cine.

La capital ha recibido más de un reconocimiento. En 2011, Buenos Aires fue designada la primera Ciudad del Diseño de la Unesco, una red mundial que cuenta con 116 miembros en 54 países.

En 2015 recibió, en Milán, el premio Global Entrepreneurship City, organizado por la fundación Kauffman y la Global Entrepreneurship Network. “[Estos reconocimientos] fueron hitos que alinearon a la ciudad para darle más importancia a los emprendedores”, dice Mariano Mayer, quien estuvo a la cabeza del plan de innovación y la dirección de emprendedores de Buenos Aires entre 2013 y 2015.

Barrios con ingenio

La crisis financiera conocida como “El corralito”, que vivió Argentina en 2001, fue el detonante para que la creatividad cobrara auge, según expertos, pues la población en edad de trabajar tuvo que buscar alternativas para salir adelante.

Otros ingredientes son la diversidad cultural que imprimen migrantes italianos, españoles, polacos, alemanes y judíos europeos, la lejanía geográfica y las cíclicas crisis económicas. “No fue parte de una planificación estratégica de la ciudad, sino que se fue dando”, dice Mayer.

En 2013, se empezó a considerar a la ciudad con un plan que incluyó la innovación y la creatividad como sectores estratégicos.

Para detonar las industrias creativas, el gobierno de Buenos Aires creó los siguientes distritos: Audiovisual, Tecnológico y de las Artes, para que ahí se concentraran firmas de diseño, tecnología, creación audiovisual, a cambio de créditos y exenciones de impuestos, e impulsaran el desarrollo urbano y social de zonas menos boyantes de la capital. Uno de sus atractivos es que las rentas de los locales son bajas.

“Se genera una sinergia entre la academia, las empresas y la comunidad asociada a un modo de vida”, señala el documento “Polos y distritos en la ciudad de Buenos Aires”.

Los distritos están en proceso de implementación desde hace cinco años. Un ejemplo es el barrio de Palermo, ubicado al norte de la ciudad. En sus calles se observan intervenciones en los espacios públicos que no sólo adornan el rumbo, sino que vuelven sus plazas, parques, ferias (mercados de venta de ropa y objetos de diseño) cafeterías y bares, auténticos puntos de intercambio y encuentro de creativos.

Ahí se asienta el Distrito Audiovisual, cuyas productoras de cine, radio y televisión se extendieron a barrios aledaños en el noroeste de la ciudad, como Chacarita, Colegiales y Paternal.

Al sur de la metrópoli, descrito por los tangos como un lugar marginal en donde termina la civilización, se instalaron dos de los tres distritos de la ciudad: el Tecnológico y el de las Artes.

Las industrias culturales también generan empleos. En 2012 había, en este sector, 146,077 personas empleadas, 9.14 % del empleo del sector privado, según el Observatorio de Industrias Creativas (OIC).

Cuna de unicornios

Mercado Libre, Despegar.com, OLX y Globant son cuatro empresas con presencia en AL y el mundo, fundadas por argentinos y con sede en la zona porteña. “Que en Buenos Aires existan cuatro unicornios es todo un símbolo del capital que tiene la ciudad”, observa Mayer.

Pero el éxito que más llama la atención es el del sector audiovisual. A partir de 2004, Argentina ha logrado un volumen de producción cinematográfico que no sólo ha superado la “era de oro” (1935-1955), cuando se llegaron a producir casi 60 películas por año.

En 2015, la industria estrenó 180 películas argentinas (la mayoría de las producciones se realizan en Buenos Aires), la cifra más alta de toda la historia. Pero esta producción se liga con otras actividades, como la producción televisiva, publicitaria e, incluso, la animación digital, dice Juan Pablo Russo, editor de Escribiendo cine, un diario online especializado.

Una de las medidas de fomento es el impuesto a salas: 10% de las entradas se destina a la producción nacional. La taquilla ha crecido en la última década: en 2014, se recaudaron 223 mdd, según el INCAA y un estudio de mercado de la Embajada de España en Argentina.

Asimismo, nacieron canales como Canal Encuentro (que programa documentales de producción local), INCAATV (dedicado únicamente a películas argentinas), Pakapaka (un canal para público infantil), la plataforma digital Odeón (similar a Netflix, pero con contenidos argentinos), el mercado Ventana Sur (mercado latinoamericano de películas) y otros.

Otro impulso fue la Ley de servicios de comunicación audiovisual, que establece las normas para el funcionamiento y la distribución de licencias de medios radiales y televisivos.

Su implementación impulsó la creación de canales digitales en provincias y universidades, que promovieron nuevos emprendimientos, y el fomento al cine nacional con una cantidad mínima de estrenos al año.

También se detecta un alto potencial en el entretenimiento y la generación de contenidos para millennials, en distintos formatos, asegura Ariel Arrieta, cofundador y director de NXTP Labs, un fondo de inversión para emprendedores en negocios digitales.

Por ejemplo, en Buenos Aires la compañía The Other Guys genera juegos episódicos donde los personajes evolucionan, mientras que en la plataforma Episode cualquier historia puede convertirse en un storyboard con audios (y está al alcance de todos).

“Este tipo de plataformas permitirían democratizar las historias, darle valor al storytelling y que éste sea competitivo si la historia es realmente buena, sin importar quién seas”, sostiene Arrieta.

Lo que falta…

“En Buenos Aires todo es muy difícil; le buscamos la quinta pata al gato para hacer que las cosas funcionen y es lo que hace que los emprendedores tengan ganas de hacer, porque es un desafío”, explica Tubaro. “Lo más difícil de ser emprendedor es [lograr] que te otorguen los créditos”.

Los que recibieron financiamiento, lo obtuvieron de amigos y familiares, inversores ángel, pro-gramas del gobierno de la ciudad y programas nacionales, como el Fondo Tecnológico Argentino. Los datos más recientes del informe “La actividad emprendedora en cifras”, del Observatorio de Emprendedores, indican que, en 2013, se financiaron 270 proyectos en Buenos Aires con programas del gobierno nacional y 49 del gobierno local.

La Ley de emprendedores es parte de un paquete de leyes que hoy se cabildea en el Congreso, para evitar la burocracia y crear las empresas y sociedades en 24 horas y en forma digital. La nueva ley busca regular el capital de riesgo y promover un incentivo fiscal positivo para aquellos que inviertan en emprendedores.

“Buenos Aires es una gran usina [fábrica] de la creatividad. Las cosas que hay que cambiar y que se necesitan dependen más de nosotros y no tanto de otros factores sobre los cuales el Estado tiene menos incidencia”, apunta Mayer.

El país está en el lugar 121 de 189 en el ranking general de facilidad para hacer negocios del Doing Business 2016. “Lo que falta son mejores políticas públicas […] Sigue siendo muy problemático”, apunta Arrieta.

Si existe o no una fórmula que esta urbe haya seguido para haber sido nombrada Ciudad Creativa por la Unesco todavía está por verse. Lo que es claro es que las variantes clave en este modelo son la educación pública, la inversión del Estado en subsidios, el crédito y el asesoramiento técnico para Pymes, emprendedores, creativos y artistas, así como la localización de las industrias en diferentes barrios que generan arraigo y beneficios a los inversionistas.

El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.

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