La inteligencia artificial que estudia el futuro de los océanos y predice incendios forestales
25 Julio, 2019 / ArtículosUn grupo de investigadores del instituto francés Mines-Telecom (IMT), a partir de la plataforma de Microsoft Azure para generar modelos en 3D de la superficie de los océanos, estudia y realiza previsiones de la influencia que tiene el cambio climático en los mares gracias a la inteligencia artificial. Para la investigación, el equipo francés elabora modelos que analizan la dinámica oceánica a partir de datos de teledetección recogidos por satélite.
Los océanos son el 70% de la superficie del planeta y son los responsables de generar casi la mitad del oxígeno, de proveer alimentos y recursos para poder vivir y también de regular la temperatura del planeta. Con esta investigación, los científicos pretenden obtener una mejor comprensión del clima terrestre y del impacto que el cambio climático tiene en los océanos, desde las corrientes hasta el aumento de las concentraciones de CO2.
Microsoft lanzó el pasado año el proyecto AI For Earth, con el que otorga subvenciones de 5.000 a 15.000 dólares para proyectos que utilizan la inteligencia artificial que abordan cuatro áreas críticas que son vitales para construir un futuro sostenible: el clima, la biodiversidad, el agua y la agricultura. La compañía apoya así trabajos como los de Wild Me, en el que la inteligencia artificial y los científicos colaboran para luchar contra la extinción de las especies. Para ello, utilizan la visión por ordenador y algoritmos de aprendizaje profundo –también llamado deep learning– para hacer funcionar Wildbook, una plataforma que utiliza la tecnología para escanear e identificar animales y especies individuales.
Por otro lado, la inteligencia artificial también se ha utilizado para la lucha contra los incendios. La multinacional de tecnología IBM ha aplicado su inteligencia artificial para llevar a cabo Bee2FireDetection, una herramienta que puede calcular las probabilidades de que se produzca un incendio y puede ayudar a combatirlo de una manera más rápida y ágil. Está en funcionamiento las 24 horas del día, los 365 días del año, y permite detectar incendios forestales a distancias de 15 kilómetros, utilizando diferentes algoritmos. Para ello se recopilan una serie de datos meteorológicos y ambientales del terreno, como la humedad relativa o la dirección del viento, y se analizan a continuación, de tal manera que el Bee2FireDetection puede realizar un pronóstico muy preciso.
Amparo Alonso, presidenta de la Asociación Española para la Inteligencia Artificial, explica que existen dispositivos que funcionan con la inteligencia artificial colaboran con los humanos para ayudar a la toma de decisiones y otras tienen un nivel de inteligencia superior, como los sistemas de recomendación. Estos sistemas están en plataformas como las de Netflix y Amazon y son capaces de tener en cuenta todos los datos que tienen en una plataforma y sus usuarios, para hacer recomendaciones que son personalizadas: “Eso no lo puede hacer ningún humano porque no tiene capacidad para procesar toda esa información ni almacenarla”, dice.
Usos cuestionados
Las aplicaciones de la inteligencia artificial dirigidas a la mejora de la vida de las personas o del medio ambiente son beneficiosas y realizan funciones de una manera más rápida y exacta de la que el ser humano es capaz. Sin embargo, algunas de las prácticas para las que se prepara la IA son cuestionadas por el componente ético de las mismas. Esta ingeniería ha servido para el reconocimiento facial, cuyos fines pueden resultar invasivos para la privacidad. Recientemente, una aplicación para móviles que utiliza la IA para modificar rostros ha originado un debate sobre el uso que se da a lo que en principio parece un simple juego. Incluso Kai-Fu Lee, antiguo responsable de investigación de Google en China y tecnólogo e inversor muy interesado en la Inteligencia Artificial, cree que la IA está a punto de suplantar a muchos millones de trabajadores de oficina en su país: “Este reemplazo ya se está produciendo, y está generando una verdadera y completa aniquilación”, dice, aunque haya invertido con su empresa, Sinovation Ventures, en diferentes proyectos de IA como unos que automatizan el servicio al cliente y otros servicios de oficina rutinarios.
Por eso, la Comisión Europea ordenó a un grupo independiente de expertos la redacción de las directrices éticas para una IA fiable. En la publicación, este comité considera que los requisitos para la creación de herramientas de inteligencia artificial deben tener incluidos los derechos fundamentales, la acción y supervisión humana, la gestión de la privacidad y de los datos, una solidez técnica y segura, transparencia, diversidad y bienestar social y medioambiental, entre otros. Además, los expertos reflejan que para garantizar el cumplimiento de estos requisitos se deberá estudiar la posibilidad de emplear tanto métodos técnicos como no técnicos.
Por otro lado, el plan que realizó el Gobierno de España sobre la inteligencia artificial destaca que los desarrollos de las tecnologías de la IA “deberán evitar el sesgo negativo y los prejuicios de género u otras formas de discriminación” y que “el éxito de la IA dependerá de cómo las personas y las máquinas colaboren para ofrecer mejores servicios –transparentes, razonables y éticos- a los usuarios potenciales”. Además, acoge los requisitos éticos mencionados por la Unión Europea: “Una IA confiable y ética, hecha en Europa, ha de construirse sobre la base de décadas de aplicación consensuada de los derechos fundamentales en la UE”. “La ética es algo que necesitamos introducir desde ya para que los ingenieros sepan las diferentes implicaciones de la sociedad”, concluye Alonso.
¿Qué es la inteligencia artificial?
La inteligencia artificial (IA) nació en una reunión celebrada en el verano de 1956 en Dartmouth (Estados Unidos) en la que participaron los que después se han considerado los investigadores principales del área. La primera definición de Inteligencia Artificial es obra del senador J. McCarthy, que dijo que es “la ciencia e ingeniería de hacer máquinas que se comporten de una forma que llamaríamos inteligente si el humano tuviese ese comportamiento”. Según el documento de la Estrategia Española de I+D+I en IA, del ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, es un área de la informática y comparte algunas técnicas con otras disciplinas, como las matemáticas, estadística o la ciencia cognitiva. Además, debido a la creciente complejidad de sus aportaciones es cada vez más interdisciplinar, con sinergias con la biología, la filosofía, el mundo del derecho, la psicología, la sociología y la economía.
Los principales objetivos de esta ciencia son buscar y solucionar problemas; incorporar conocimientos para resolver problemas; el aprendizaje automático y corrección de errores a partir de bases de datos, y la llamada inteligencia artificial distribuida, con versiones paralelas de métodos ya existentes. Para Amparo Alonso, presidenta de la Asociación Española para la Inteligencia Artificial el objetivo principal de la IA es reproducir la inteligencia humana en una máquina: “Lo que ocurre es que la que tenemos en la actualidad no es una inteligencia artificial fuerte, sino que es especializada, de nicho estrecho. Lo que nos permite diseñar y programar máquinas que son capaces de llevar a cabo tareas concretas”. Como ejemplos, la IA se ha utilizado en juegos, como el ajedrez y el póker, en la alimentación, ya que sirve para fabricar los alimentos del futuro e incluso se puede desarrollar para conocer si las papeleras están llenas y avisar a los servicios de limpieza.
El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.