Innovación abierta y nuevos modelos de negocio
9 Febrero, 2017 / ArtículosFue cuando estaba estudiando cómo innovaban grandes compañías industriales que se dio cuenta de que algunas de ellas experimentaban problemas reales a la hora de competir con compañías más pequeñas. Estas empresas menores no tenían, no obstante, la historia, la capacidad o las tecnologías de las grandes: «y, aún así, estaban viviendo un éxito mayor», asegura el teórico americano y profesor adjunto de la Universidad de Berkeley.
Henry Chesbrough ha sido responsable de poner nombre y sentido al término innovación abierta, un paradigma que asume que las empresas pueden y deben usar ideas externas, así como ideas internas, y caminos internos y externos al mercado, para avanzar en su tecnología. En sí misma, la innovación abierta combina ideas internas y externas en arquitecturas y sistemas cuyos requerimientos son definidos por un modelo de negocio. Al dar un paso atrás y observar con perspectiva, Chesbrough fue capaz de indentificar patrones más amplios en diferentes compañías. «Reconocí una mayor apertura en las compañías más pequeñas», dice.
En contraste, las empresas de mayor tamaño, además de ser más cerradas presentan una mayor integración vertical, se comportan de una forma más orientada al monopolio y se esfuerzan más en proteger su negocio en lugar de hacer crecer uno nuevo. «Aquí la idea de apertura empezó a tomar forma para mí», dice recordando el nacimiento del concepto. Ahora, el teórico es también presidente del Centro de Innovación Abierta de Brasil. Lo que sucede es que el lapso que existe entre los negocios y la investigación académica frena la innovación. Para llenar ese hueco, según el experto deben promoverse encuentros entre ambos actores. «De esta forma es más sencillo que la gente de la academia identifique los retos industriales. Y por su parte, la compañía identifica soluciones a ellos con un conocimiento más profundo».
Este norteamericano insiste en la necesidad de explicar a las empresas por qué es necesario innovar aún cuando su modelo de negocio funciona. Y es que con el tiempo, hay otras fuerzas que incrementan la competición y reducen sus beneficios «si esperas demasiado desearías haber hecho algo antes para estar listo. La innovación es una necesidad». Es, por tanto, una inversión, una política de seguridad para el futuro, también para las próximas generaciones. Es tan importante pensar en las próximas tecnologías emergentes como los modelos de negocio. «La idea del crowdfunding está creciendo y llegará a Europa también», dice. Cuando en el pasado uno necesitaba dinero para empezar un negocio tenía que ir a un banco. Iniciar un negocio se convertía en una tarea difícil. En cambio, este modelo hace viable que una idea pueda tener éxito gracias a la contribución de personas que puedan estar interesadas y, a cambio, el inversor será una de las primeras personas en usarlo. «Es una manera de abrir la forma de empezar un negocio con gente que no conocemos pero que les gusta la idea», dice.
Otro ejemplo de transformación trae su vista hasta Barcelona. Se fija en la comunidad maker que se sirve de la impresión 3D. «Unido a un mecanismo de crowdfunding es posible protopipar ideas que podrían ser el punto de partida para un negocio». Con todo, con el crowdfunding se vuelve más complicado lograr que un negocio sea sostenible: «que yo haga una cosa y una persona la apoye no significa que vaya a querer apoyar la siguiente cosa que haga», matiza Chesbrough. Se convierte sin embargo, en una marca a la que sigue una comunidad de personas, de clientes. Con ellos, la empresa puede hablar e interactuar para convertir la marca en una idea más sostenible. Nuevos modelos de innovación industrial están surgiendo. Y un ejemplo son las farmacéuticas. Si previamente elaboraba en el laboratorio un compuesto que, después, probaría y validaría como fármaco, a través de un proceso de testeo en animales y personas que implicaría unos diez años y es más caro. En contraste, «ahora lo más común es que un fármaco se inicie en un contexto académico y, a raíz de él, se cree una pequeña compañía biotecnológica con los investigadores implicados en ella», asegura. Ésta se encargará ahora del desarrollo de la molécula e, incluso, hará algunas pruebas en personas. A menudo, si las pruebas van bien la licenciarán a una gran compañía farmacéutica que lo trasladará al mercado. «Esto está pasando en todo el mundo. El conocimiento requiere nuevos modelos para movilizarse de forma exitosa», comenta. Antes el laboratorio era el mundo de la innovación para una farmacéutica. Con este nuevo modelo, el mundo entero es un laboratorio: «la idea puede provenir de lugares muy dispares e implica un cambio de mentalidad hacia un modelo de innovación abierta». Esta innovación empieza con buenas ideas. Si es posible protegerlas como en la industria farmacéutica será una buena solución. Sin embargo, expone Chesbrough, en una industria como la de la moda no es posible: «pero puedes ser sostenible en el tiempo si eres dinámico», asegura. La innovación es también, por tanto, una cuestión de velocidad que hace posible tener éxito.
El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.