Exprime tu creatividad y atrévete a ganar dinero con la ‘economía naranja’
27 Noviembre, 2018 / ArtículosLa creatividad como motor de la innovación puede contribuir a la diversificación para contar con una economía competitiva a nivel mundial basada en el conocimiento.
En las manos de los creativos, diseñadores, artistas y emprendedores puede estar la respuesta a los desafíos de América Latina y el Caribe. Sí, leíste bien. La creatividad como motor de innovación puede contribuir a la diversificación como herramienta necesaria para contar con una economía competitiva a nivel mundial basada en el conocimiento, afirma el Banco Interamericano de Desarrollo.
La creatividad puede resolver retos artísticos y científicos, pero también sociales pues aunque se trata de un talento abstracto, es un componente práctico para la economía global que permite generar riquezas, acelerar la innovación y, por supuesto, es el eje principal de las industrias creativas y culturales, una de las piezas más importantes de la llamada economía naranja.
Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de esta economía? Se trata del conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios, y cuyo valor puede estar basado en la propiedad intelectual.
Alejandra Luzardo, especialista senior del BID y líder estratega de economías creativas, innovación y emprendimiento, explica en el libro Economía Naranja (2017) que, “el universo naranja está compuesto por dos partes: 1) la economía cultural y las industrias creativas, en cuya intersección se encuentran las industrias culturales convencionales; y 2) las áreas de soporte para la creatividad”.
Los servicios basados en la creatividad significaron 1.9 millones de puestos de trabajo en 2015 para América Latina y el Caribe, equivalentes a toda la economía de Uruguay o Costa Rica. “La fuerza laboral mundial de la economía naranja (29.5 millones de empleos) supera a la de la industria automotriz de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón”, advierte el BID.
¿Qué hay de México? La participación económica del sector en el Producto Interno Bruto (PIB) nacional fue de 3,3% en 2016, según la Cuenta Satélite de Cultura del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Estos sectores tuvieron 1.3 millones de puestos de trabajo ocupados ese mismo año.
Cálculos de la consultora The Competitive Intelligence Unit (CIU), refieren que la contribución de las industrias culturales y creativas es de 7,4% en el PIB y que generan dos millones de empleos directos e indirectos, mientras que el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señala que la participación de la economía creativa al PIB es del 4.5%. Lo que es un hecho es que este sector tiene aportes muy importantes a la economía nacional y es estratégico: contribuye a generar riqueza y valor, originar empleos, y a crear un impacto social.
No existe una sola definición que explique lo que es la creatividad como concepto, pero los expertos coinciden en que se trata de una cualidad de largo alcance. El Informe de Economía Creativa de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad, por sus siglas en inglés) sugiere las siguientes definiciones o categorías, las cuales están estrechamente relacionadas y presentes en la economía naranja:
- Creatividad artística. Involucra imaginación y capacidad para originar ideas originales y novedosas.
- Creatividad científica. Se activa desde la curiosidad por la observación de fenómenos y la disposición para experimentar y crear nuevas formas para resolver los problemas.
- Creatividad económica. Se trata de un proceso dinámico que apunta a la innovación en tecnologías de producción, prácticas comerciales y mercadeo.
El emprendimiento
“Uno de los sectores transversales de la economía naranja es el emprendimiento”, apunta Luzardo en la publicación del BID. En la región América Latina y el Caribe ha surgido una nueva generación de emprendedores que le han dado a la creatividad un valor central en sus actividades productivas y comerciales.
“Ellos han redefinido sus funciones y desafiado los mitos que rodean a la creatividad como fenómeno. Los emprendedores creativos han sabido adaptarse y transformarse, construyendo equipos multidisciplinarios que conjugan las habilidades atípicas que les permiten innovar en sectores donde hace 10 años era impensable. Con esto han logrado integrar la colaboración del universo naranja con sectores tradicionales como la educación, el transporte y la salud, generando un impacto contundente de escala social y económica al dinamizar la innovación en el resto de la economía”, apunta la especialista.
En esto ha tenido un impacto fundamental la economía digital. Cada vez las industrias creativas y culturales están más ligadas a internet y a tecnologías como realidad virtual y aumentada y también a la economía colaborativa. De ahí el surgimiento de empresas como Airbnb, Spotify, Uber o MercadoLibre, que crean millones de empleos, incrementan el atractivo de las ciudades y favorecen la calidad de vida. “Ellas pueden convertirse en nodos estratégicos para las economías nacionales y regionales”, insiste Luzardo.
Sin embargo, algunos emprendedores como Joseph Palao y Juan Carlos Fernández, socios fundadores de Ideograma Consultores, un despacho especializado en proyectos de identidad corporativa con más de 20 años de trayectoria en el mercado, consideran que si bien la tecnología está en todos lados, hay una línea muy gruesa y es clara entre las empresas creativas y tecnológicas.
“Cuando la tecnología es el centro de la búsqueda de un servicio, nuevo producto o nueva economía genera cambios radicales como se han dado en Uber o Amazon. En el caso del diseño la tecnología debe ser meramente tangencial, hay aplicaciones que tienen más dependencia de la computadora como la animación y el vídeo y hay una tendencia mayor en el impacto de la tecnología y el resultado”, explica Juan Carlos.
En el caso de la consultoría y el design thinking, que ayuda a tener a las empresas una perspectiva distinta de sí mimas gracias a una distinta manera de pensar, la computadora podría no existir y no pasaría nada pues mucho del trabajo como consultores es ayudar a los clientes a verse de manera distinta y a encontrar una motivación distinta a lo que hacen todos los días: a ver cómo comunican de manera interna y externa su visión, como alinean objetivos y eso tiene que ver con una forma creativa de pensamiento y de desarrollo en la que la computadora se queda en su casa.
Por lo tanto, ¿tiene que ser la economía naranja tecnológico dependiente? No, dicen los emprendedores y son enfáticos: “Hay mucho de esta industria que puede vivir sin ella. La tecnología está en todos lados y el impacto que ha tenido en el diseño es el mismo que ha tenido en la forma que escribes en la máquina de escribir o en la forma en que los contadores que usan Excel en vez de ábacos. Existe la sensación de que el diseño depende de la tecnología, como si la computadora fuera la que estuviera arrojando el resultado y no la capacidad del diseñador de tener una idea y un pensamiento estratégico, claro, llegar a una solución en diseño con una computadora es más fácil que con una plumilla”, insiste Josep.
El impacto social
Por otra parte, cada vez más, las industrias creativas no solo juegan un papel importante en el bienestar personal y la creación de empleos, sino que también contribuyen a fomentar temas de gran resonancia social como la equidad de género, la educación de calidad, la reconciliación, la paz y la ayuda humanitaria.
“Los emprendimientos creativos pueden servir para combatir la pobreza, promover formas sostenibles de desarrollo y reducir el deterioro del medioambiente provocado por el uso creciente de los recursos naturales”, afirma el BID en el libro Emprender, un futuro naranja (2018).
Al respecto, Israel Pons, CEO y socio cofundador de Angels Nest LATAM, una red de ángeles inversionistas operando en México y Latinoamérica, explica que las industrias creativas son algo que los inversionistas están volteando a ver dado a que con el uso de la tecnología los emprendedores de este sector pueden darle un diferenciador único y de valor a los productos o servicios que ofrecen y, lo más importante, es que los proyectos se vuelven escalables.
Las industrias creativas abarcan un abanico muy amplio y se intersectan en varios sectores. Sin embargo debe contener un aspecto fundamental: la generación de un valor cultural, subraya Pons.
“A la creación de un producto o servicio dentro de una industria creativa lo consideramos así si tiene el objetivo de agregar valor cultural a la persona, es decir si un usuario o audiencia final obtiene como oferta de valor educación cultural, de conocimiento y/o esparcimiento. Además es clave la conservación de un patrimonio”, acota el inversionista.
En este sentido explica que por ende la industria creativa tiene que ser de impacto social. “No estamos hablando de la creación masiva de productos souvenirs, que es el peligro en el que podríamos caer si hablamos por ejemplo de Tlaquepaque y su industria del barro. El cómo profesionalizas esa industria y cómo creas valor a partir de ella, el diferenciador que podría tener es lo que la convierte en industria creativa”.
Un ejemplo más para aterrizar el concepto de lo que sí es industria creativa es una agencia de viajes que se dedica a exaltar el patrimonio cultural de la comida mexicana. La experiencia que vive el consumidor es lo que la hace industria creativa, que no es solo un proyecto inmerso en la industria de turismo; como tampoco lo es aquel proyecto que ofrece una experiencia en Riviera Maya en el que se recrea la manera en que vivía esta cultura. “No estamos hablando de un proyecto de hotelería y turismo meramente, porque lo que verás no solo una pirámide. El darle valor a esa cultura patrimonio es lo que lo convierte en industria creativa”, comenta el CEO de Angels Nest LATAM.
“En México se va a dar la oportunidad que seamos en Latinoamérica un ícono de industrias creativas por la naturaleza y la riqueza de las culturas que tenemos. Porque ya ha habido anteriormente un impulso fiscal al área del cine, por ejemplo y porque tenemos la industria de teatro más grande de región. Tenemos inversionistas que han invertido tradicionalmente en esta industria sin saber que están dentro de la economía naranja”, afirma.
El dolor del crecimiento
Y, ¿hay una conciencia real de lo que implica la generación de una empresa creativa y de su potencial? Pons reconoce que tanto emprendedores como inversionistas no siempre son conscientes de que están creando empresas en la industria creativa y de su potencial.
No obstante dice que en un pitch el hecho de que se resalte que el proyecto pertenece a esta industria es un plus, dado que el inversionista analiza tendencias de mercado y las industrias creativas tienen retornos rápidos. “Se trata de un segmento a la que el BID ha declarado que tiene la visión de impulsar en los siguientes tres años, lo que quiera decir que va a haber apoyo e inversión hacia proyectos futuros. Esto nos indica a los ángeles inversionistas que habrá salidas que se pueden dar en los próximos cinco o seis años”, dice Pons.
Josep Palao, de Ideograma, reconoce que un aspecto por el que los emprendedores creativos no reconocen tan fácilmente su impacto en la economía es porque la creatividad no se mide con facilidad. “Vendemos intangibles y eso son muy difíciles de vender o explicar a nuestros clientes potenciales”.
Además dice que al tratarse de una industria inmersa en la economía del conocimiento, los activos principales están en las personas y en algo sumamente complejo de descubrir: el talento, que no se ve, igual que sucede con la inteligencia o la preparación.
Advierte que el problema real está más allá del inicio del emprendimiento. “Nos duelen más los crecimientos en esta industria porque llega el momento en que tu habilidad de reclutar gente disminuye. Sucede lo mismo con tu capacidad de conseguir nuevos clientes, de explicar lo que haces y es una economía de aguantar mucho”, insiste.
“Cada hora pasada de tu vida es un minuto que no puedes recuperar y la industria del conocimiento y creativa vende tiempo. Una semana tirada a la basura no la puedes recuperar, un televisor no vendido (la industria de los objetos de consumo) los puedes vender a la semana siguiente”, recalca.
Juan Carlos va un paso adelante y es enfático al señalar la necesidad de crear ecosistemas para la gestación y desarrollo de empresas creativas. “No puedes tener una economía o entorno creativo si no generas los espacios adecuados en el que se dé un encuentro de diferentes disciplinas”.
Ejemplos pueden ser cafés en el que se reúnen distintos artistas y foros en el que se intercambian ideas y empresas que vienen de ámbitos completamente distintos como biología, economía y matemáticas se cruzan y crean soluciones que se complementan.
Las primeras apuestas ya empiezan a dar resultados, precisamente hoy existen espacios de coworking como Aldea Creativa, un lugar ubicado en Cuernavaca, Morelos y fundado por Ideograma en el que se busca generar esta sinergia que detonen colaboraciones.
El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.