Fernando Fischmann

El Encaje de Lego

14 Julio, 2015 / Artículos
fernando fischmann

Reinventarse una y otra vez. Ésa es la consigna de esta empresa danesa, creadora de los famosos ladrillos de colores que siguen cautivando a chicos –y no tanto– en medio de la invasión digital. Ahora, quieren potenciar la educación a través de productos que desarrollan la creatividad y el pensamiento lógico. En Chile, ya están jugando.

Por generaciones ha sido el juguete preferido. Y el formato, salvo pequeñas variaciones del personaje infantil de moda, el mismo: ladrillos de colores en una caja con las instrucciones para construir una casa, un auto o una ciudad. Se trata de Lego (abreviatura de dos palabras danesas leg godt, que significan jugar bien), bloques de plástico que ensamblan perfectamente, que duran una eternidad –baratos no son– y que incluso son compatibles con los ladrillos de décadas pasadas de la marca.

Más de 80 años tiene esta compañía danesa, caso de éxito en las universidades y referente en innovación que en 2014 registró ingresos por 4.300 millones de dólares imponiéndose sobre su rival Mattel, conocido por las muñecas Barbie, y   Hasbro (fabricante del Monopoly). Por décimo año consecutivo, la empresa creció, esta vez, impulsada por la película La gran aventura de Lego, un hit de casi 500 millones de dólares.

Pero los entendidos dicen que el éxito de la compañía, fundada en el taller del carpintero Ole Kirk Christiansen (ver recuadro) y que ha estado al borde de la bancarrota en más de una oportunidad, no está en la variedad de productos, sino que en rescatar el juego.

El poder del ladrillo

Las figuras colorinches, que dentro de poco tiempo dejarán de ser de plástico, no sólo despiertan el interés de los más chicos. El best seller en marketing, John Kotter, dice que no hay algo más parecido que hacer coaching a empresarios y enseñarle a una hija a jugar con ladrillos. Basado en estos juguetes, creó 5 lecciones de liderazgo. Una de ellas hace referencia a que “la rigidez y la falta de flexibilidad en Lego y en la vida real no son buenas opciones. No siempre encajan todas las piezas”.

Una oferta globalizada –están presentes en más de 130 países– y diversidad de productos han sido clave en el éxito de la compañía que no sólo domina el mercado de los juguetes.

La educación es un área esencial para la empresa. Tanto que hace más de 30 años crearon la división Lego Education. La idea es posicionarse en la sala de clases y para ello trabajan con profesores y especialistas en proveer soluciones y herramientas prácticas para que aprender sea algo entretenido.

“Mientras los resultados en exámenes siguen dominando la agenda educativa, todos los estudios muestran que se pueden obtener mayores beneficios al enfocarse en la aplicación del conocimiento para ampliar el aprendizaje, en vez de la adquisición de conocimiento para aprobar las pruebas”, plantean en el grupo.

Desde México, Jorge Sánchez, regional manager para Latinoamérica de Lego Education, explica que uno de los componentes principales de esta área de negocios, que factura cerca de 90 millones de dólares en el mundo, es “el poder del ladrillo, replicar el mismo fenómeno del juego que hace que el chico se meta en un mundo diferente donde crea, innova y hay un desarrollo de conocimiento constante”.

“El 65% de los niños terminará trabajando en empleos que aún no existen”, plantea un artículo del blog Lego Education. Por ello, será clave desarrollar competencias propias del siglo XXI –agrega la nota– en cuatro áreas principales: comunicación, colaboración, pensamiento crítico y creatividad. Y los bloques permiten que los alumnos tengan una mentalidad abierta, sean propositivos y estén dispuestos a crear nuevas cosas.

A nivel mundial, el portafolio de Lego Education se basa en áreas como la ciencia, la tecnología, las matemáticas y la ingeniería. Pero con los años se han ampliado al lenguaje y las ciencias sociales.

Desde 2010, la instrucción es crecer más de un 20% al año. Enfocarse en los mercados principales, como son China, Alemania y Estados Unidos y también en Latinoamérica, donde la torre de bloques poco a poco va creciendo.

Dentro de la variada oferta de productos para el segmento educativo están el “Story Starter” (para niños de 7 años en adelante), un programa que permite al estudiante desarrollar el lenguaje a través de secuencias de cuentos, con las clásicas figuras Lego y ladrillos complementados por un software. Otro popular es el “More to math” (a partir de los 7 años), que mediante el armado de figuras geométricas logra desarrollar habilidades de conteo y proporcionalidad. De lo más simple a lo más complejo. La oferta de Lego Education también incluye proyectos para educación ambiental, donde los niños pueden crear prototipos mecánicos que en una segunda fase pueden ser motorizados a través de energías renovables.

Yo, robot

“No eran los mejores alumnos de la clase, pero sí los más motivados con la idea de solucionar el calentamiento global”, cuenta Patricio Acuña, profesor de tecnología, en una entrevista a la revista Educar. En 2009, este profesional lideró un grupo de 9 alumnos del colegio Nocedal de La Pintana que diseñó un circuito eléctrico de riego por goteo alimentado por energía solar. Todo con legos.

Durante casi todos los sábados del 2009 –y parte importante de las vacaciones– los “Spectrumbots” trabajaron en su proyecto con el que participaron en la First Lego League (FLL), un programa internacional lúdico- educativo de Lego, en el que cada año participan cerca de 300 mil jóvenes de entre 10 y 16 años de 80 países, quienes tienen que construir y programar su propio robot.

Cuando se enteraron de que habían sido elegidos como el mejor proyecto científico en la categoría cambio climático a nivel mundial y que debían viajar a Atlanta a recibir el premio, no lo podían creer. “Nos miramos las caras y no se nos ocurrió otra cosa que ponernos a gritar muy fuerte”, relata el profesor.

La robótica es, por lejos, el producto estrella de Lego Education. Y en Chile, la liga es bastante popular. Este año espera reunir a más de 170 equipos en el desafío “Trash Trek: Cómo utilizar mejor nuestra basura” y aún están abiertas las inscripciones.

“El 95% de los productos de Lego Education están pensados para trabajar en equipo. Parte de la metodología consiste en asignar roles clave a sus miembros y luego ir rotándolos. Es clave crear habilidades de innovación y detonar la creatividad”, explica Sánchez, para quien ha sido primordial incluir el componente digital en este proceso.

En Chile, Lego Education –que lleva 3 años en el país– se ensambló con Arquimed, empresa que implementa recursos educativos para potenciar la educación.

La fórmula que se está usando es la de “aprender haciendo” y, pese a que cada país tiene su propio sistema educacional, Lego Education se ha adaptado a las necesidades locales con la metodología de “Las Cuatro C”, un proceso de 4 etapas que incluyen Conectar (los alumnos contextualizan con legos un problema), Construir (elaboran la solución), Contemplar (analizan lo construido) y Continuar (después de resolver el problema, los alumnos tiene la libertad de llegar al mismo resultado de otra forma).

Los planes de Lego Education en Chile son ambiciosos. Esperan facturar 1,5 millones de dólares este año. “Chile tiene un potencial enorme, ya que la inversión y esfuerzos para la educación en el país están en alza. Arquimed, nuestro nuevo partner, es un componente clave en la educación nacional y tenemos expectativas agresivas de crecimiento para, al menos, impactar entre 30% y 40% de los establecimientos en los próximos dos a tres años”. Algo que está lejos de ser un juego, pero que sin duda requerirá creatividad.

De carpintero a millonario

“Sólo lo mejor es suficientemente bueno”, solía repetir Ole Kirk Christiansen, un carpintero pobre de Billund, Dinamarca, quien terminó fabricando juguetes de madera tras el incendio de su taller, en 1924. Viudo con 4 hijos tuvo que sacar adelante a su familia con patos, aviones y camiones, los que, pese a su calidad, no lograban venderse en forma masiva.

La historia cuenta que en los 40 compró una máquina moldeadora de plástico y se lanzó en la fabricación de ladrillos. Una década después, a su hijo Godtfred se le ocurrió idear un sistema de juguete que rápidamente se hizo popular, tanto que en los 60 abandonaron la fabricación de juguetes de madera.

En los 70, la compañía tenía más de 900 empleados y a los medios de transporte se sumaron las casas de muñecas para conquistar al mercado femenino. Fue en esa misma época que el hijo de Godtfred, Kjeld Kirk Kristiansen, se unió al equipo administrativo y creó un grupo de investigación y desarrollo. Se diseñaron figuras humanas con brazos articulados, la serie “constructor experto” para los usuarios de mayor edad, trenes y juegos espaciales.

A medida que pasaron los años, la compañía fue creciendo y acaparando más mercados. Pero Lego no la ha tenido fácil. La competencia con los videojuegos en las décadas posteriores y luego la revolución digital amenazaron con eliminar los ladrillos del mapa. En 2004 perdían más de un millón de dólares diarios y los rumores de venta sonaban con fuerza. Sus diseñadores apostaron por productos de mayor complejidad, lo que sumado a una mala administración complicó las cosas.

Fue entonces cuando Kjeld Kirk Kristiansen decidió ceder el mando a alguien anexo a la familia: Jørgen Vig Knudstorp, quien volvió a posicionar a la compañía en su trono, mejorando procesos, recortando costos y rescatando los juegos básicos, entre otras movidas. La última: invertir 150 millones de dólares para desarrollar nuevos materiales sustentables que reemplacen al plástico.

“La marca Lego es atrayente a nivel emocional. Es algo que puedo ver cuando viajo por el mundo y me encuentro con clientes. Son apasionados por nuestro producto. A la gente le encanta construir cosas con las piezas de Lego. Creo que ésa es la explicación de por qué nuestra marca está entre las más poderosas del mundo”, declaró Knudstorp en una entrevista a Euronews, en febrero pasado.

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