Fernando Fischmann

Tranquilo, igual no es tu hora de innovar

27 Octubre, 2015 / Artículos, Sin categoría

Llama la atención la ponencia del directivo de Intel Israel, Michael Stahl . La suya es una visión desapasionada de la innovación, prudente sería quizás el término apropiado, aunque habrá muchos a los que les parecerá simplemente un aguafiestas tecnológico.

“¿Estás seguro de que tu esfuerzo en innovación no es equivocado, irrelevante y redundante?”, se pregunta, “sobrevalorar la innovación es un error que se repite frecuentemente entre los profesionales del software, donde se promueve por razones erróneas”, añade.

La clave de su propuesta se encuentra en lo conveniente que resulta saber encontrar ese ansiado punto medio, no siempre evidente y la mayoría de las veces escurridizo. Dice Stahl que no podemos lanzarnos en brazos de la innovación disruptiva sin antes valorar el coste-beneficio del esfuerzo que ello implica y, sobre todo, sin tener espaldas suficientemente anchas como para absorber el impacto de un posible fracaso.

Llama la atención que alguien se atreva a decir algo así en un sanedrín de las nuevas fronteras tecnológicas como el reunido en Bilbao. El discurso dominante insiste en que una empresa que no sea capaz de innovar está abocada a la irrelevancia, pero el directivo de Intel nos invita a tener cuidado, a valorar previamente si la disrupción es necesaria para nuestra empresa, a evitar una decepción estéril que pueda perjudicar al conjunto de la organización. Y tiene razón.

Quizás suene extraño que alguien que coordina un suplemento como INNOVADORES se sume a una llamada a desmitificar la innovación. Pero estoy seguro de que John Kelley, uno de los genios de Ideo, que nos dijo en una entrevista que “la innovación a largo plazo no es cara, lo que es caro es ser mediocre”, aprobará esta enmienda parcial a su proclamación. Porque, a largo plazo, la cultura de la innovación sólo será aceptada y tendrá éxito en el mundo empresarial si es capaz de imponerse a la moda de la innovación. Para ello, hay que trabajar sobre varios paradigmas fundamentales.

El primero es enfocarse bien en la base tecnológica de una nueva disrupción, no caer en esas ocurrencias cada vez menos divertidas, que están dejando ya vacío el auditorio en España. Moverse en el punto de intersección del capital, la empresa y los centros de investigación es, en ese sentido, un buen síntoma.

Otro paradigma fundamental es inyectar nuevas tecnologías al pobladísimo tejido de micro, pequeñas y medianas empresas de nuestro país, que ya han dejado constancia diversos informes de que quieren saber en qué consisten y cómo les pueden ayudar el cloud computing, el big data o el internet de las cosas, pero no tienen demasiadas ganas de que se lo expliquen las grandes corporaciones tecnológicas, sobre las que pesa una sospecha adhesiva (quizás injustamente) de interés de parte.

Además de darles argumentos sobre lo crítico que es que aborden cuanto antes su digitalización, nuestras pymes y autónomos necesitan dotarse de forma urgente de equipos de hardware y de software adecuados. Hay que renovar de raíz la puerta de acceso de los empresarios a la economía hiperconectada. Bueno, se diría que la Ley Moore se ha tomado una siesta prolongada en España, y a su salud.

Pero hay que despertar y actualizarse. Un ‘Plan PIVE’ tecnológico realmente efectivo y con una potente campaña de movilización debería aparecer en la agenta de medidas inmediatas de cualquier programa político con visos de gobernar tras las próximas elecciones.Sí, Stahl tiene razón, no hay que comenzar la casa por el tejado, ni la innovación por las ocurrencias. Los tiempos de esperar a la disrupción tumbados a la sombra de un manzano se han acabado.

Antes de ponerte a innovar, consigue los mejores programas informáticos y ordenadores a tu alcance, crea una red de alerta tecnológica utilizando las herramientas que proporciona internet, y acércate a un centro de conocimiento para actualizar tu tecnología. El Quijote ya está escrito, borra la frase “En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme” de tu bloc de aspiraciones. Cuando estés a la última, no lo dudes, sabrás que ha llegado el momento de innovar.

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