Sí, se puede… innovación y sustentabilidad
25 Agosto, 2015 / Artículos, Sin categoría
Hace dos años atrás escribí una columna titulada “Educación, Sustentabilidad y Desigualdad”, compartiendo una experiencia vivida en los Estados Unidos. En esa oportunidad narré el caso donde una empresa privada, comprometida con una escuela aledaña a su zona y de la cual muchos de los hijos de sus trabajadores asistían, ha logrado forjar no sólo pensadores, sino también hacedores en tecnología, llegando al nivel en que sus alumnos migran a las grandes escuelas de ingeniería gracias a lo aprendido.
Mientras en Chile continuamos con la separación entre “colegios industriales” y “colegios científicos humanistas”, o si del Simce sirve o no como herramienta de medición, hemos dejado atrás la promoción de habilidades en temas Ciencias, Tecnología, Matematicas e Ingeniería. Es más, colateralmente hemos olvidado el incentivo a que más niñas se unan a estas áreas donde hoy existe una gran desigualdad de género. Chile se ha desgastado pensando en alcanzar el desarrollo basado en un número, sin pensar que hoy ciencias y tecnologías son el motor de las nuevas sociedades modernas, las cuales promueven el desarrollo de emprendimientos sustentables con procesos ambientalmente amigables.
El caso que contara en 2011, fue acerca de escuela pública Brillion, donde han desarrollado una visión de educación pública bajo la filosofía de formar pensadores y hacedores (thinkers and doers). Tal filosofía ha sido implementada por medio de alianzas público-privadas, sin esperar a que la gran política caiga a solucionar un problema que está presente hoy, creando políticas e iniciativas locales desde abajo hacia arriba.
En estos dos años he tratado de buscar casos similares en Chile, en la medida de mostrar aproximaciones alternativas a lo que se discute a nivel de las grandes políticas. Iniciativas que pudieran servir de palanca a la creación de las capacidades en los niños a favor del rompimiento de la inequidad. Esta vez creo haber encontrado el caso, promocionado por una de las iniciativas que a mi juicio no ha sido catapultada como una estrategia al rompimiento de la inequidad, formando capacidades: la Carrera Solar Atacama.
Carrera Solar Atacama es una competencia de vehículos solares que se lleva a cabo en el norte de Chile, entre las regiones de Tarapacá y Antofagasta. La competencia, que tuvo su primera edición en 2011, convoca a equipos de todo el mundo a generar innovación e investigación en tecnologías fotovoltaicas, aportar al desarrollo de la movilidad eléctrica y a desarrollar las competencias técnicas en los futuros profesionales para enfrentar los desafíos tecnológicos del mañana.
A su vez, la competencia busca generar un ambiente de colaboración y formación de redes entre estudiantes y profesionales que compartan intereses en las distintas áreas que dirigen el desarrollo en el transporte sustentable.
Desde su segunda edición, en 2012, la competencia comenzó a recibir equipos provenientes de liceos técnicos, donde jóvenes de una edad no superior a los 17 años asumieron el desafío de construir un vehículo solar y llevarlo a competir al desierto más árido del mundo y contra rivales que en su mayoría fueron universitarios. A mi juicio, ésta ha sido una de las más grandes innovaciones sociales en Chile, dado que rompe con le mito y prejuicios que se tiene acerca tanto de los chicos que asisten a estos liceos, sus capacidades de desarrollar nuevos emprendimientos y de promoción de una nueva ruta para los colegios técnicos a favor de la formación de este tipo de profesionales, sobre los cuales mucho se habla pero muy poco se hace.
Este fue el caso de los equipo Mathaios, del liceo técnico San Mateo de Santiago y Sun Bosco, del colegio técnico Don Bosco de Antofagasta, que participaron en la categoría La Ruta Solar y obtuvieron el sexto y quinto lugar, respectivamente. Su participación no sólo demostró que “Sí, se puede”, sino que este tipo de desarrollo pueden realizarlo a cualquier nivel, sin requerir de grandes complejidades o de creer que es imposible, dada la carencia de contenidos que la educación pudiera tener, rompiendo muchos mitos al respecto.
Para Carrera Solar Atacama 2014, varios colegios técnicos han decidido seguir el mismo camino de Mathaios y Sun Bosco, al ver esta competencia como una oportunidad de aunar distintas disciplinas en un mismo proyecto. Una iniciativa que podría transformarse en política de desarrollo industrial y de innovación, impulsando a sus ganadores o particpantes a emprender como equipos, y creando oportunidades. Un ejemplo de ello lo da el Colegio Marcelino Champagnat de La Pintana, donde profesores y alumnos ya están planificando su participación en la competencia que involucrará a las tres especialidades que imparte: Administración, Electrónica y Estructuras Metálicas.
Dadas estas experiencias vividas por los organizadores de Carrera Solar, éstos esperan seguir diversificando el espectro de participantes de la competencia, incluyendo a más colegios técnicos y áreas de diseño industrial, entre otras, permitiendo generar alianzas y equipos multidiciplinarios. Es más, si pensamos bien, los alumnos están aprendiendo Ingeniería Mecánica, aplicando ciencia a través de la Física y Matemáticas como habilidades de trabajo en equipo y liderazgo, en conjunto con docentes, y la promoción de inserción de niñas a favor de las ciencia y tecnología
¿Qué estamos esperando, que en vez de ver este tipo de concursos como algo lindo, se transformen en herramientas de innovación nacional para apoyar la generación de nuevos emprendedores? ¿Qué estamos esperando en levantar estos emprendimientos para que no queden como un lindo proyecto de colegio, que nos ayuden al desarrollo de sistemas de transporte -“made in Chile”- más amigables con el medio ambiente, en vez de importar “nuevas maquinas o buses” desde el extranjero? Quizá estamos viendo una de las innovaciones sociales más importantes en estos últimos cinco años, sin darnos cuenta que podría ser una gran oportunidad para todos.
