Fernando Fischmann

Qué hacer cuando la innovación resulta ser devastadora

24 Abril, 2018 / Artículos

Los grandes líderes corporativos comienzan a caer frente al ataque de la tecnología y la web, según Larry Downes y Paul F. Nunes, autores del libro ‘Big Bang Disruption’: primero despacio, sin darse cuenta, y fatalmente después, de un día para otro, sorprendidos por una gran explosión de innovación que no vieron venir y de la que no podrán recuperarse.

Eso les pasó a los fabricantes de GPS, que perdieron más de la mitad de sus ingresos, cuando Google lanzó una aplicación similar y gratuita para smartphones. O a las disqueras, cuando Apple lanzó iTunes, a Blockbuster cuando irrumpió Netflix.

Algunas de estas historias ya han sido contadas varias veces, y casi siempre resultan atractivas de leer, porque muestran a Goliats corporativos, dormidos en sus laureles, que no ven venir el ataque del David innovador armado con su propio ingenio y entusiasmo.

Lo que dicen Downes, autor de libros de negocios, y Nunes, consultor de Accenture, es que la llegada de nuevos productos ya no es disruptiva, sino devastadora. Las razones: innovar cada vez cuesta menos dinero, hay más tecnología e internet que permiten viralizar casi cualquier cosa.

“Hemos entrado en una nueva era”, pregonan los autores.

En esta nueva era, la de la ‘disrupción Big Bang’, los emprendedores ya no respetan las viejas reglas. En lugar de desarrollar sus proyectos en secreto, lo hacen abiertamente y permiten que los clientes prueben e, incluso, mejoren sus diseños. En lugar de apoyarse en tecnologías propias, combinan software con componentes baratos y accesibles, y lanzan rápido sus productos al mercado.

Los autores dicen que la nueva era comenzó en 2007, con la llegada del iPhone. “Los smartphones son los motores para la rápida creación y distribución de disrupciones Big Bang”, dicen.

Si el libro tiene algún defecto es que a veces transmite la sensación de que todas las industrias ya están inmersas en el vértigo impiadoso del mundo de las apps y la tecnología, cuando en realidad, para muchos sectores, los cambios son más graduales.

Lo cierto es que el plazo para reaccionar se acortó. Sin embargo, los autores plantean dos soluciones para reponerse de la innovación disruptiva: la primera, crear sistemas de alerta para detectar nuevas tecnologías y la segunda, la más original, colaborar y asociarse con los disruptores —en lugar de anularlos o ignorarlos— antes de su entrada a la batalla comercial.

¿Qué características tiene una disrupción Big Bang? Downes y Nunes desarrollan una lista con conceptos propios.

Tienen, para empezar ‘estrategia indisciplinada’. Antes, los expertos en estrategias recomendaban a los ejecutivos enfocarse en productos que fueran mejores o más baratos que los de su competencia o estuvieran dirigidos a un nicho. “Gracias a las tecnologías exponenciales —advierte el libro— los nuevos actores entran al mercado siendo simultáneamente mejores, más baratos y con más opciones de personalización que sus rivales pioneros”.

Otra característica es que cuando aparece una ‘disrupción Big Bang’ la curva de su conquista de mercado es casi vertical. Por eso, muchas de estas innovaciones tienen vidas útiles muy cortas que las vuelven vulnerables al mismo tipo de disrupción que los innovadores aprovecharon.

Estos cambios afectaron el ciclo de vida de un producto, que ya no puede ser descrito por una típica curva de campana, sino por lo que ellos llaman una ‘aleta de tiburón’. El proceso de innovación inicia con una serie de experimentos, aparentemente sin relación entre sí y que dan una sensación de calma relativa.

Sin embargo, cuando los innovadores combinan la tecnología necesaria con el modelo adecuado de negocios, el despegue es inmediato. Clientes de todo tipo, incluyendo a consumidores comunes y corrientes, adoptan el ‘producto disruptor’ tan rápido como sus creadores pueden distribuirlo. La curva da un brinco casi vertical hasta que alcanza un punto de saturación y el ritmo de adopción aterriza casi tan rápido como su velocidad de despegue.

Los autores usan como ejemplo Kinect, un accesorio de Microsoft para su consola Xbox que apareció de la nada. Revolucionó los videojuegos hogareños, vendió 8,000,000 de unidades en un par de semanas, pero desapareció después de un año.

La moraleja del libro es: como en las apuestas, retírate cuando vas ganando. Así sucede hoy en este mundo de ‘aletas de tiburón’ y éxitos instantáneos. O, como seguramente dirían los autores, de innovaciones devastadoras.

El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.

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