Fernando Fischmann

Productividad: el costo social de la falta de innovación

20 Octubre, 2016 / Artículos

A pesar de las poco alentadoras cifras económicas actuales, durante años la economía crecía sobre los 5 puntos, y aunque aún hay espacio para el crecimiento, ciertas industrias se acercan a niveles de saturación, lo que debería maximizar la competitividad en una economía de libre mercado. Pero cuando una industria no compite, ya sea por barreras artificiales o malas prácticas, impacta directamente en falta de innovación en productividad en desmedro de los consumidores, dado que los niveles de servicio y precio no reflejan la eficiencia potencial del negocio. Es importante no limitar el término innovación solo al lanzamiento de un nuevo producto o servicio, sino que a la mejora de procesos, transparencia y acceso a la información, nuevas estructuras organizacionales y modelos de negocio disruptivos.

Una empresa en su etapa temprana tiene como objetivo buscar una solución para un problema específico en el mercado, por lo que el incentivo a la innovación es alto, maximizando el valor agregado para sus clientes. Por otro lado, el objetivo de la empresa madura es la rentabilidad, por lo que en un mercado competitivo está obligada a reinvertir parte de sus utilidades en proyectos que incrementen su productividad y sus fuentes de ingresos. No obstante, es común ver a empresas invertir sus recursos principalmente en defender la posición que ya han ganado con estrategias exitosas del pasado, en vez de invertirlos en reinventar su negocio permanentemente. Si las empresas desean realmente innovar en productividad, deben conocer las limitantes de su estructura y alinear sus incentivos con todos los actores del mercado o “stakeholders” que se ven impactados por las decisiones de la empresa.

La economía digital basada en tecnologías web se ha transformado en la principal fuente de innovación en productividad y crecimiento en países desarrollados durante los últimos cinco años. Por ejemplo, Cloud computing y servicios móviles están transformando la forma de hacer negocios, cómo trabajamos y la relación con los “stakeholders”. No se trata solamente de invertir en tecnología, sino de hacerla parte del modelo de negocios, estructura organizacional y punta de lanza para procesos comerciales y operacionales. Las empresas deben empoderar a sus empleados con herramientas digitales para favorecer la innovación en productividad, disponibilizar la información del negocio en línea y en formato accionable, e invertir en una estructura de trabajo dinámica y descentralizada. Si no es así, seguiremos poniendo barreras a la innovación en productividad con un alto costo social.

El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.

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