Fernando Fischmann

Innovación disruptiva: una oportunidad para las startups y los gobiernos

3 Abril, 2018 / Artículos

Todo el mundo está hablando de la cuarta revolución industrial: un cambio impulsado por una era digital en la que la tecnología está transformando la humanidad tal como la conocemos, creando nuevas industrias, aumentando y mejorando drásticamente la productividad y el crecimiento económico.

Sin embargo, Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, puso la nota realista al decir, “La medida en que esa transformación sea positiva dependerá de la forma en que navegamos los riesgos y oportunidades que surgen en el camino.”

Tenemos que pensar en esto con cuidado. Los emprendedores que utilizan estas nuevas tecnologías están cambiado nuestra forma de consumir productos y servicios en el día a día, y estos cambios requieren que aquellos que trabajamos en las instituciones de desarrollo, junto con los gobiernos y el sector privado seamos proactivos para mejorar las condiciones sociales y económicas de la gente.

A pesar de su profundo efecto en los mercados de consumo, los gobiernos no han dilucidado plenamente el potencial que tiene el trabajo con las nuevas empresas de base tecnológica para transformar la manera en que pueden prestar servicios a gran escala para sus ciudadanos.

Algunos expertos en innovación como Donna Harris de la incubadora de empresas 1776 ya han señalado el potencial que ofrecen las startups para irrumpir lo que ella llama “industrias altamente reguladas” tales como la educación, la salud, el transporte, etc. -, es decir, aquellas en la que los gobiernos establecen las normas generales pero también juegan un papel importante como consumidor o proveedor.

Startups y gobiernos pueden coincidir en reformas regulatorias

Esta situación se explica desde la perspectiva tanto de los emprendedores como de los gobiernos y el tema más común es la regulación. Cuando se trata de startups, las reglas y normas de los gobiernos a menudo no sólo son engorrosas sino también anticuadas.

Algunas startups exitosas ya están empezando a generar una ola de modificaciones regulatorias. Este es el caso de empresas como Uber e Easy Taxi que han transformado la industria del taxi en muchas ciudades del mundo, incluyendo la Ciudad de México, uno de los mayores centros urbanos de América Latina y el Caribe. La adopción generalizada de Uber en algunas ciudades ha hecho discutibles las regulaciones existentes, lo que obliga a los gobiernos a luchar para equilibrar una alteración en el servicio de transporte, en beneficio de los consumidores al tiempo que garantiza la igualdad de condiciones para los conductores de taxis tradicionales.

A pesar de que los cambios normativos y legislativos son todavía incipientes, las autoridades de diferentes países ya están empezando a pensar de manera diferente y están contemplando alternativas en respuesta a los nuevos modelos de negocio generados por las startups. Si se está de acuerdo en que las empresas como Uber traen cambios sociales positivos, la revisión de los marcos regulatorios se vuelve aún más importante. El ejemplo de Uber también sugiere la necesidad de realizar esta tarea de una manera más proactiva y dinámica: simplemente esperando que se den cambios en las industrias para después reaccionar desde el punto de vista normativo, no es socialmente óptimo. De esta manera, los hacedores de política están empezando a darse cuenta de que necesitan colaborar con empresas emergentes para anticipar potenciales retos.

Ahora, si movemos este análisis desde el punto de vista del gobierno como regulador a la del gobierno como consumidor (de los bienes y servicios ofrecidos por dichas startups), hay grandes oportunidades. Un paso más radical y yo diría, más prometedor sería crear una situación desde la demanda en la que los gobiernos buscan activamente colaborar con nuevas empresas para adoptar y probar sus productos y servicios. Incluso podemos ir más allá de imaginar esta dinámica conjunta de co-creación y experimentación. Naturalmente, este enfoque exige que los gobiernos asuman riesgos mayores que lo que actualmente están dispuestos a aceptar. Pero la ventaja es enorme: la ampliación exponencial de soluciones para mejorar vidas.

Una plataforma médica en línea muestra lo que es posible

Ya podemos ver algunos ejemplos de esta colaboración. Hace poco me senté con el fundador de 1DOC3, Javier Cardona, una plataforma en línea que permite realizar consultas anónimas a médicos certificados. Al revisar las preferencias de sus usuarios, 1DOC3 detectó que los adolescentes eran muy activos consultando sobre salud sexual y la prevención del embarazo. Esto llevó a una conversación entre 1DOC3 y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la institución pública encargada de programas para la protección integral de niños y adolescentes y el bienestar de las familias.

Generalmente, los programas del ICBF incluyen talleres presenciales y campañas de concientización pública, enfrentándose a los típicos desafíos de llegar a la audiencia deseada (por ejemplo, los adolescentes que no quieran hablar de temas sexuales en persona) y al alto costo asociado a la prestación de servicios en zonas remotas. Aquí es donde convergen 1DOC3 y el ICBF. A través de miles de consultas, la plataforma 1DOC3 está recolectando información que está ayudando al Gobierno a orientar mejor los programas y a llegar a más gente.

La introducción de la tecnología puede ayudar a complementar los programas existentes, aumentando potencialmente la cobertura y calidad de las intervenciones. Volviendo a los programas de prevención del embarazo en la adolescencia, mientras que el ICBF continúa ofreciendo talleres, la adición del componente 1DOC3 permitió llegar a poblaciones que no están usualmente cubiertas por los talleres- la mayoría de las rurales o notablemente marginadas en los temas que realmente preocupan a estas comunidades.

Las instituciones de desarrollo tenemos una nueva oportunidad: acelerar la integración de nuevas empresas y su potencial de desarrollo en los programas de gobierno. Para ello podemos utilizar nuestros instrumentos (financieros y no financieros) para mitigar el riesgo de incluir elementos innovadores en los programas de gobierno y continuar impulsando la medición de resultados y la estimulación de nuevas empresas para desarrollar productos y servicios adaptables o adaptados para el uso público. Esto es en adición a – y no en lugar de – ayudar a los gobiernos a mejorar sus regulaciones, incluyendo las normas de adquisiciones y el desarrollo de políticas para fortalecer los ecosistemas.

Como dijo una vez Bill Gates, “Nunca antes en la historia la innovación ha prometido tanto a tantos en tan poco tiempo.” Saquemos entonces el máximo provecho de esta oportunidad.

El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.

 

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