Fernando Fischmann

Colaboración disruptiva

20 Octubre, 2015 / Artículos

Hasta hace bien poco el término ‘nuevas tecnologías’ venía siendo sinónimo de las ‘tecnologías de la información y las comunicaciones’ (TICs). La irrupción del emprendimiento ha puesto al lado de los gadgets electrónicos, historias y protagonistas: tanto jóvenes (Mark Zuckerberg, Larry Page y Sergei Brin-Google o Jeff Bezos) como iconos más veteranos como Steve Jobs o Bill Gates.

¿Qué fascinación comparten? Quizá que la innovación, como la invención, el descubrimiento, la creatividad y otras facultades del ser humano, tienen un halo de misterio y magia. Porque lanzar una startup no deja de ser una exploración en lo desconocido.Una exploración para la que algunos autores como Clayton Christensen o Steve Blank, padres respectivamente de la teoría de la innovación disruptiva y del movimiento ‘Lean Start Up’, proponen un conjunto de principios.

En un número especial, la revista The Economist cree que empiezan ya a ‘codificarse’ métodos porque, como dice Blank, las nuevas empresas no son versiones pequeñas de grandes, porque estas últimas ejecutan un modelo de negocio conocido, mientras que aquellas buscan nuevos modelos de negocio.

Por otra parte, la digitalización está ya transformando negocios muy diversos. Anteriores disrupciones se caracterizaban por rápidos avances tecnológicos e innovaciones comerciales desde el laboratorio al mercado, al tiempo que se ponían en marcha nuevos sectores. Tras un tiempo, las mejoras en las tecnologías clave se desaceleraron y las innovaciones más importantes aplicaron al despliegue, producción a escala y distribución, en la medida en que las tecnologías y sus aplicaciones se convirtieron en ubicuas y de uso general. Baste pensar en electricidad y automoción.Cuando hablamos de TIC, todo es distinto y su impacto no tiene precedentes en la historia.

Como señala John Hagel, co-presidente del Center for the Edge Deloitte «es la primera tecnología que ha demostrado mejoras sostenidas de manera exponencial en precio y prestaciones, a lo largo de un largo periodo de tiempo». Lo que recuerda la llamada Ley de Moore, postulada para los dispositivos semiconductores cuyo ritmo vertiginoso de crecimiento en capacidad y velocidad de proceso sustenta precisamente el desarrollo de las TIC.

Este vértigo afecta también a los modelos de negocio, algo patente en el acortamiento del periodo de vigencia de las grandes empresas en los rankings internacionales.Asimismo, la innovación disruptiva (no confundir con innovación radical que se refiere al carácter de la tecnología y no de la demanda) se esta ‘democratizando’ en gran medida por la introducción de las TIC en otros sectores y usos cotidianos. Desde reservar un taxi a «digitalizar» anteriores monopolios desde dentro. O el fenómeno de las FinTech, asociación entre nuevas empresas tecnológicas y la banca más tradicional.

La ‘Marina de Empresas’ de Mercadona no será un caso aislado pues otras corporaciones están ya apostando por abrir sus ecosistemas a la innovación disruptiva. Quiza, como postula el Foro Económico Mundial, la colaboración de startups y empresas establecidas via aceleradoras y fondos pueda ser una forma de ‘capital riesgo a la europea’ para renovar sectores más consolidados.

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