Fernando Fischmann

Ciudades inteligentes: entre la innovación, la cohesión social y la sustentabilidad

16 Febrero, 2017 / Artículos

La plataforma de alojamientos turísticos Airbnb y Uber, la aplicación para compartir viajes rápidos, cambiaron por completo la forma como visitamos y nos movemos por las ciudades. “Y no salieron ni de la academia ni de estudios de arquitectura o de gobiernos municipales”, reflexiona el investigador y consultor español en políticas urbanas Manu Fernández. Son ejemplos de cómo las ciudades inteligentes (smart cities: urbes optimizadas con tecnología) son un fenómeno mundial imparable. Pero también el compromiso con el entorno –ya sea medioambiental, cultural o histórico-, la cohesión social y la gestión eficiente de los recursos hacen a una ciudad inteligente, con o sin herramientas tecnológicas de por medio, como opina Joan Enric Guitart, profesor de Dirección Estratégica del IESE, escuela de Negocios dependiente de la Universidad de Navarra, España.

Allí se elabora cada año el índice Cities in Motion (ICIM), que evalúa el nivel de desarrollo de más de 180 ciudades de todo el mundo. En el primer lugar del ranking de 2016 aparece la cosmopolita Nueva York, ciudad que también fue elegida como la más inteligente durante la celebración en Barcelona del Smart City Expo World Congress.

Tanto Guitart como Fernández -autor del blog “Ciudades a escala humana”- coinciden en señalar que Nueva York tiene una gran capacidad para, al mismo tiempo, atraer talento y generar tecnología. La metrópolis estadounidense fundamenta su liderazgo -según el índice de IESE- en su condición de polo económico más importante del mundo, además de su calidad como tercera ciudad en tecnología, solo superada por Tokio (Japón) y Seúl (Corea del Sur).

Además, esa urbe ocupa el cuarto puesto en materia de gobernanza, proyección internacional, gestión pública y transporte, y capital humano, lo que de algún modo le permite compensar su bajo puntaje en dimensiones como la cohesión social, ítem que la tiene mucho más lejos, en el puesto 161, igual que en materia de medio ambiente, que la lleva al lugar 93 del ranking.

La feria Smart City World Congress del año pasado valoró la propuesta de Nueva York por su ambicioso plan para expandir la conectividad entre su población, probar y aplicar tecnologías inteligentes, promover y ampliar la economía de innovación y favorecer un desarrollo sustentable.

Y es que “la ciudad perfecta es una quimera”, asegura el profesor Guitart. Pero nada implica que debamos renunciar a ese objetivo. Para Manu Fernández, que acaba de publicar el libro Descifrar las smart cities, “es necesario plantear un debate de manera sólida, porque más allá de lo que consideremos inteligente o no inteligente, es una oportunidad para discutir de qué manera queremos vivir en las ciudades”.

Ahora bien, ¿qué significa que una ciudad sea inteligente? Básicamente se toman en cuenta diez aspectos. En primer lugar, que la planificación urbana sea eficiente. Como destaca el ICIM, para mejorar la habitabilidad de cualquier territorio es necesario apostar por un crecimiento inteligente. Para ello hay que tener en cuenta los planes maestros locales y el diseño de zonas verdes y espacios de uso público en los que los ciudadanos puedan relajarse, hacer ejercicio e interactuar.

En una escala menor, se suman los sistemas de automatización y control de edificios. Así, edificios públicos como hoteles, centros comerciales, hospitales o escuelas están incorporando de a poco distintas apps para controlar los sistemas de calefacción, ventilación, iluminación y agua caliente, con el objetivo de evitar un consumo de energía y emisiones de CO2 innecesarios.

En algunas ciudades, estas tecnologías se fueron colando también en las viviendas, con soluciones útiles como el control térmico, gestionado desde el celular, por ejemplo.

La movilidad urbana y transporte público es el tercer aspecto que se contempla. Sin dudas, el tránsito congestionado es uno de los mayores problemas en el ámbito de la movilidad urbana, y por eso grandes ciudades de España como Madrid o Barcelona están tomando medidas al respecto: limitar el acceso al centro a los residentes o prohibir la circulación de los vehículos más contaminantes.

El científico e innovador, Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, recomienda este artículo.

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